sábado, 31 de diciembre de 2011

Homero mencionó a la Siria primitiva (cual "tierra solar" donde se hablaría la lengua siríaca o adámica), situándola allende Ogigia (lo que nos permitiría asociarla con la Thulê hiperbórea), isla en la pasó prisionero Odiseo/Ulises siete años de su vida, en manos de la ninfa Calipso. Plutarco escribiría también sobre la isla de Ogigia, indicando que allí el sol era visible veinticuatro horas, pues disfrutaba de días más largos...
El cristianismo surgió como una corriente de sincretismo religioso, combinación del judaísmo helenístico y del legado veterotestamentario por una banda e influido por la ética y filosofía griegas y lo esencial del paganismo, por otra parte. Los discípulos de Cristo fueron judíos que no renegaron del judaísmo, que se dieron a conocer inicialmente como una nueva vía dentro del mismo y que no entendieron que debieran auspiciarse como un credo diferente al de sus padres. Por ello, fueron finalmente perseguidos. Y es que Cristo se presentó como el Rey-Mesías por investidura directa del Dios-Padre ("Tú eres para siempre sacerdote, según el orden de Melquisedec" Salmo 110).


Cristo está vivo, dice la Iglesia. Y si su carne conoció la muerte, Él nunca tuvo

nacimiento o muerte, pues es el eterno principio inmortal de toda vida; y, por eso, su cuerpo muerto recobró la vida en la mañana del tercer día. Así, Cristo vive veladamente en las apariencias materiales (puesto que nuestros ojos sensibles no pueden verlo, aunque las almas que lo buscan lo encuentran a cada paso). Él vive en aquellos que actúan conforme a su Espíritu ("el que cree en mí, aunque muera, vivirá); y todos los símbolos expresan su doble naturaleza de Dios y Hombre.
No tardó su doctrina en extenderse hasta Roma, fundándose una Iglesia cristiana; pero, ya que traía al mundo un código de disciplina interior basado en una austera moral, reglamentando deseos del corazón y condenando concupiscencias, los simples se unieron para aniquilarla. Y por ello, los verdaderos cristianos tuvieron que esconderse en catacumbas. Mas, cuando el credo fue aceptado por Roma, los cristianos vieron tergiversada su doctrina, deformados sus dogmas y perdido el sentido de los ritos.
¿No recomendo Cristo "no echar perlas a los puercos"? ¿No dijo Pitágoras: "No es bueno divulgarlo todo a todos"? Y, a su vez, San Dionisio Areopagita dijo: "Cuidad, por encima de todo, de no revelar el secreto de los misterios sagrados, pues lo único que ha de ser evidente es vuestro respeto a los misterios del Dios oculto, ya que pertenece sólo a los santos levantar un extremo del velo que cubre las cosas santas...".
La curia romana comenzó a cargar la celebración eucarística con ceremonias simbólicas, acabando la multitud profana por no vislumbrar ni siquiera la cobertura que recubre la santidad; y todo ello, aunque previamente los primeros pontífices hubiesen adaptado al pensamiento cristiano unas medidas que otros habían practicado antes otros credos entre frases alegóricas y representaciones modeladas o esculpidas. Pues cabe recordar que de las catacumbas surgió una lengua figurada, que adquirió una magnificencia expresiva y comunicadora fuerza de vida, y que abrió a los espíritus de los iniciados, unos senderos arrebatados hacia Dios. Y es que la fe de aquella agitada época, convertía al cristiano realmente en "otro Cristo" ("Ya no soy yo quien vive; es Cristo quien vive en mí").

jueves, 29 de diciembre de 2011

Para mí ha sido básica una experiencia: la angelical. Antes de nada, deben intentar ser lo menos excépticos posible con lo que pueda decir a continuación.
El Ángel puede "individualizarse" con los rasgos físicos de una persona; y su anunciación corresponde al grado de experiencia o pureza del alma a la que se anuncia. Esto, de entrada, a mí ya me permite creer en Dios y la vida que me espera tras el umbral de la muerte física.
Pero para ello, hay que integrar un mundo que no pertenece a éste, por así decirlo, lo cual implica también lo que uno se ha "sacado" de sí mismo, para poder entronizar con éste "celeste". Y entonces, el alma necesita experimentar lo que se entiende por "tomar consciencia de sí misma". Pero ello comporta, a priori, una contradicción: hay que salir para poder entrar, dejar de lado la superficialidad del mundo exterior (salir del mundo de los sentidos) para asumir la sacralidad del interior (interiorizar en el mundo Imaginalis), pero no como si este mundo fuese donde estuviésemos cautivos, sino confiriéndole la importancia que supone dicho soporte para nuestra misión. Los procesos psíquicos (alquímicos, dirían los adeptos a la Obra) remiten a la Imagen del alma y, a partir de ahí, el cosmos deja de ser un objeto exterior, pasando a ser el objeto experimentado como una sucesión de etapas de un éxodo (a modo de la "salida de Egipto", más o menos peligroso con el que hay que comprometerse pues, de lo contrario, el alma puede volar a merced de las psicosis más temibles, ya que no todo el que se adentra en el mundo sensible está suficientemente preparado). Así pues, es preciso "orientarse" (Mundo de exilio= mundo de Occidente contrapuesto al de Oriente=Mundo del Ángel). De aquí los mitos de la cueva, la anunciación, el nacimiento, o de que por encima de la tierra, el cielo se curva como una cúpula que la encierra (lo que está arriba es como lo que esta abajo), puesto que el reino de la Luz comienza más allá, allí donde termina el aparato del poder cósmico.
En todo despertar, el alma del adepto descubre dónde está y presiente de dónde viene y a dónde ha de volver (la idea del eterno retorno); por eso, el alma despertada a su individualidad no puede ya satisfacerse con las reglas comunes o preceptos colectivos (como pregona Julius Evola, por ejemplo). Desde el momento en que el alma se descubre como extranjera y solitaria en el mundo, comienza a perfilarse un horizonte "personal", que permite ir sincronizándose con la visualización del Guía. Para ello, hace falta una fuente de energía psíquica potente para que la actividad de ese nuevo "mundo Imaginalis" cree un campo de libertad interior suficiente (llamada inmanencia), que manifieste la Imagen del Yo (llamada transcendencia), y que preexiste a la condición terrena y anticipa la sobreexistencia. Dicho acontecimiento se produce como una visión mental o sueño despierto en la vigilia. Y dicha visión es la contrapartida al ángel caído (que somos nosotros mismos) destinado al gobierno del cuerpo físico. Avicena y Sohravardi (mis principales referentes en este tema vital) pudieron ver ante ellos a un ser de enorme estatura, todo él de luz serena y gozosa (entre nosotros, es probable que algún día haga una confesión de similares características -aunque insinuada ya al principio del texto...-).
Y todos los libros sagrados de la historia han intentado explicarnos esta experiencia simbolicamente, de una u otra manera como, por ejemplo, en los relatos avicenianos o sohravardianos, en el encuentro con el Ángel y su mundo o las imágenes arquetípicas del Hermes alado o Gabriel, como Mensajero del Rey.
Nuestra misión básica en esta vida es "sencilla": alcanzar el pleroma arcangélico como puro espacio espiritual, a modo de progresiva escala de Jacob. Yo soy del pensamiento que éste es "el sentido de la vida"; no es otro que el de acceder al Conocimiento de nuestra esencia, gracias al cuerpo físico, aplicándole una muerte y resurrección metafóricas, que regenerarían nuestra alma en la misma Fuente de la Vida. Egípcios, hidues, primitivos cristianos, neoplatónicos, sufies, etc...todos ellos nos remiten a una operación mental previa, para conducirnos al contexto cósmico en el que está encarcelada el alma; dicha exégesis espiritual abriría el paso al Guía (exégeta). Y, gracias a Dios, existen para ello tres vías: la del del guerrero, la del contemplativo y la del Conocimiento (Conocimiento que, a veces, puede ser espontáneo y marchar igual que ha llegado; o auspiciado por un maestro exterior o interior...). Yo, por mi parte, no desfallezco y, aunque todavía no me he decantado por una sóla, sospecho que la última -cual"Vía del Medio" - es la más adecuada, siguiendo en la compleja y árdua, sencilla y amorosa tarea.
Acabar diciendo que, sobre todo, no hay que olvidar que dicha tarea siempre será autárquica. Nadie, sólo tú, puede alcanzar tu meta. Espero haber ayudado, en la medida de mis limitadas posibilidades, con mi propia experiencia (pues esa no es otra que mi tarea).
Una revelación, por estar en este mundo sin ser del mismo, está obligada a tomar un tipo específico de forma. Así, las Santas Escrituras son cual irrupción desde el "otro mundo" de la Palabra divina en forma humana.
Según el Vedanta, a través de Maya se encuentra Atmán (que es Brahman).

El ser humano convirtió la cueva en un lugar mágico e iniciación. Magia más allá del concepto que puede hoy simplemente tener. Desde la cueva se invocaban fuerzas de nuestra propia esencia, hoy denostadas tras el paso de los siglos. El culto a la piedra devino con el megalitismo, lo que hizo que Platón utilizara la cueva como arquetipo cósmico. Así, las entrañas de la tierra representaban la matríz materna (Mircea Eliade consideró a la cueva como el "yo" interior o inconsciente -materialización del "regresus ad uterum"-). Para los taoístas, la montaña K'uen-Luen contiene una cueva secreta por la que se regresa al estado primordial. En la India, un templo se halla esculpido en la roca, cuyo monumento posee a su vez reliquias en sus entrañas. La caverna de Abu Ya' qûb es la caverna primordial para el esoterismo islámico (como Tawîl). El Templo de Osiris de Egipto fue tallado en la roca y formado por criptas subterráneas. Los esenios se reunían en una gran mesa con asientos de piedra, en el interior de una montaña. Comúnmente, la montaña tenía dos entradas (una para iniciados y otra para maestros). El adepto debía antes morir a la vida material para sufrir una catarsis hacia su nuevo estado del ser. Fue con el cristianismo, cuando el culto a la piedra comenzó a decaer, aunque hubiese excepciones; de hecho, con el paso de los siglos, los constructores religiosos de la Edad Media supieron superar más de una reticencia eclesiástica y recuperar ciertos conocimientos ligados a una antigua tradición oral, denostada durante muchos siglos, volviendo a tener los templos una evidente sacralidad inherente a su unión de facto entre Cielo y la Madre Tierra.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

La Tradición aspira a conectar todas las cosas con su divina y primera causa, revelándonos así el sentido de nuestra propia existencia; pues las cosas no dejan de ser mas que "velos" divinos o eternos arquetipos. Recordemos que un arquetipo (del griego αρχη, arjé,"principio") es el patrón del que las ideas derivan.
"Yo soy el primero y soy el último, y fuera de mí no hay Dios" (Éxodo 3, 14); "Antes de mí, no hubo Dios formado, ni lo habrá después de mí" (Isaías 43, 10); "Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso" (Apocalipsis 1,8).
Según la Cábala, una lengua de fuego creó el universo y los signos alfabéticos del hebreo, teniendo su origen y fin en la cabeza humana; de tal manera que la Luz entra por la cabeza en su radiación etérea, manifiesta su llama a la altura del corazón y se transforma en simiente en la zona genital. De ahí, que el discípulo deba entronizar la figura de Lucifer, pues debe pasar primero por el Infierno (donde reina Lucifer) para luego ascender al Paraíso. En definitiva, es cuestión de volver a conectarnos con la Luz que nos trajo...
Lucifer, en el mundo griego, era Heósforo cual portador de la luz -asimilado a la estrella matutina, Venus-. La expresión hebrea podría ser traducida como “el que brilla (helel), hijo de la mañana (ben shajar)” y que proviene del verbo halal, “brillar”, “dar luz”.

martes, 27 de diciembre de 2011

Es hacia la Esencia inaccesible hacia donde nos volvemos, aunque ésta permanezca innacesible para nosotros. El Deus absconditus es el "Misterio de los Misterios".
 Vacío, ausencia de deseo y sencillez caracterizan una disposición interior que desemboca en la experiencia de esa presencia íntima, oscura e ínfima que es el Tao.

lunes, 26 de diciembre de 2011

En Glastonbury se habría constituido un inmenso "templo" estelar, trazándose las constelaciones bajo una figura circular en el suelo, a imagen de la bóveda celeste así proyectada sobre la superficie terrestre, 3.000 años aC. De hecho, los monjes católicos de Glastonbury conservaron cuidadosamente -hasta la Reforma- aquellas ruinas de sus predecesores, los druidas.
Una sociedad "tradicional" debería regirse por principios transcendentales, más allá de la individualidad humana, que nos orientaran hacia lo alto. En cambio, el mundo "moderno", representa la antítesis...

En Amarna

¡Oh brillante! ¡Oh brillante! ¡Oh Jepri! Tú eres para el Rey y el Rey es para tí; tú vives para el Rey y el Rey vive para tí.

L a caligrafía arábiga tuvo su origen como comunicación entre los hombres y Dios; y Dios quiso comunicarse con sus fieles escogiendo a un ho...