La antigüedad nórdica, con las heladas tierras escandinavas por las que anduviera Odín en su búsqueda del secreto de las Runas, era conformada por nueve reinos. En el centro de todos ellos se encontraba otra región, tan inhóspita e intransitable, escabrosa y tenebrosa que era inaccesible a los hombres; su nombre era Nifleheim -cual “más allá” escandinavo- y en su centro se hallaba el perenne árbol de Ygdrassil; y era éste un árbol que cobijaba un águila en su copa, rezumaba miel por su tronco y de sus raíces, una fuente fluía hacia una “Poza de Conocimiento”. Y es que, de hecho, Ygdrassil mantenía unidos los nueve reinos (lo que no es de extrañar).
Homero mencionó a la Siria primitiva (cual "tierra solar" donde se hablaría la lengua siríaca o adámica), situándola allende Ogigia (lo que nos permitiría asociarla con la Thulê hiperbórea), isla en la que pasó prisionero Odiseo/Ulises siete años de su vida, en manos de la ninfa Calipso. Plutarco escribiría también sobre la isla de Ogigia, indicando que allí el sol era visible veinticuatro horas, pues disfrutaba de días más largos...
miércoles, 30 de abril de 2014
La antigüedad nórdica, con las heladas tierras escandinavas por las que anduviera Odín en su búsqueda del secreto de las Runas, era conformada por nueve reinos. En el centro de todos ellos se encontraba otra región, tan inhóspita e intransitable, escabrosa y tenebrosa que era inaccesible a los hombres; su nombre era Nifleheim -cual “más allá” escandinavo- y en su centro se hallaba el perenne árbol de Ygdrassil; y era éste un árbol que cobijaba un águila en su copa, rezumaba miel por su tronco y de sus raíces, una fuente fluía hacia una “Poza de Conocimiento”. Y es que, de hecho, Ygdrassil mantenía unidos los nueve reinos (lo que no es de extrañar).
Porfirio relacionó el águila con el culto de Mitra, culto solar, dicho de paso (donde el Sol aparece, con cierta frecuencia, en grabados junto al dios), al igual que la miel dada a los adeptos iranios, la cual era vertida sobre las manos de éstos, que la lamían como señal de comunión. Igualmente, el gorro frigio fue otrora insignia de aquellos hombres que, habiendo sido "esclavos", habían obtenido la libertad.
lunes, 28 de abril de 2014
"Para venir a gustarlo todo,
no quieras tener gusto en nada.
Para venir a saberlo todo,
no quieras saber algo en nada.
Para venir a poseerlo todo,
no quieras poseer algo en nada.
Para venir a serlo todo,
no quieras ser algo en nada.
Para venir a lo que no gustas,
has de ir por donde no gustas.
Para venir a lo que no sabes,
has de ir por donde no sabes.
Para venir a poseer lo que no posees,
has de ir por donde no posees.
Para venir a lo que no eres,
has de ir por donde no eres.
Cuando reparas en algo
dejas de arrojarte al todo.
Para venir del todo al todo,
has de dejarte del todo en todo.
Y cuando lo vengas del todo a tener,
has de tenerlo sin nada querer" (San Juan de la Cruz).
miércoles, 16 de abril de 2014
En estas fechas, rememoro que la vida eterna se halla en íntima relación con la dimensión vertical y la Cruz. Así pues, en la Cruz y la condición vertical, podemos actualizar nuestros estados "angélicos" -por así decirlo-, que corresponderían con los estados inferiores -y superiores- del ser. El secreto se sustrae básicamente al dicho "conocerse a sí mismo"; por ello, un cristiano puede alcanzar dicha condición a partir del estado virtual primordial, latente cual punto de partida desde el que entronizar con dichos “estados”. El punto central o de convergencia entre el mundo alto y el bajo, propicia que dicho proceso de Reintegración pase a través de uno mismo. En la Cruz, donde confluyen una corriente descendente y otra ascendente, se hace preciso que se éstas se encuentren y separen en el punto simbólico (donde debe “reunirse” lo que–en apariencia- parece estar desunido). De hecho, este punto simbólico ha pasado a ser denominado el “Mediador”, cual microcosmos donde el Principio supremo ha de “recomponerse” absolutamente.
Según René Guenón, el individuo no es un ser total, sino potencial estado de manifestación de un principio trascendente, del que básicamente no seríamos mas que transitoria modificación que, en ningún caso, podría afectar a dicho principio inmutable; o sea, que dicho principio, que contendría múltiples grados en una indefinida sucesión de manifestaciones, afectaría al individuo y nunca al principio en sí. Y en relación a dichos “estados”, entenderíamos como “inferiores” aquellos no desarrollados, pendientes de “actualizarse” (aplicables, por ejemplo, a los “tamas”, en el ámbito metafísico oriental -hindú-); lo que me retrotrae a la 'RosaCruz', cual despertar de la vida espiritual (rosa abierta en medio de la Cruz) y obtención del estado del Hombre verdadero; o la Cruz ansada egípcia, donde se incide con especial énfasis en aquel punto donde puede el movimiento ascendente y descendente se “tocan” en la eternidad.
viernes, 11 de abril de 2014
El título del famoso libro "Las mil y una noches" es, cuando menos, curioso. Y es que, de entrada, la noche nos exhorta una perspectiva más sutil de lectura que la que debería aplicarse convencionalmente; y, por otra parte, mil y uno es el número de cuerpos en que el alma debería entrar, en el esoterismo kurdo, para conseguir el ansiado estado de pureza.
miércoles, 9 de abril de 2014
Según Azriel de Girona, la naturaleza humana contendría todas las fuerzas espirituales -sefirot-, por ende reveladoras de una dinámica cósmica que nos permitiría acceder al conocimiento del mundo divino que refleja, convirtiéndonos así en un 'microcosmos'. Y es que la motivación que auspiciaría el interés por la hermenéutica y la metafísica, estaría relacionada con la propia energía macrocósmica y su infinita caridad divina.
Se encontraba Buda viendo de buena mañana centellear una estrella del Este, hace ya más de dos mil quinientos años, cuando de pronto se desgarraron los velos que ante sus ojos se hallaban, y una sucesión de estados de conciencia paulatinamente ampliados le descubrieron el ilusorio y nimio valor de la personalidad; e inherente a ello, el secreto del sufrimiento:
- El sufrimiento impregna y determina la vida de todos los seres.
- El origen del dolor es el deseo, cuya causa es la ignorancia de la realidad, que es el vacío y la impermanencia.
- Cuando el hombre consigue desarraigar sus pasiones y apegos, pone fin a sus sufrimientos.
- La Vía que lleva a esta extinción del dolor es el Óctuple Sendero.
El escritor, explorador y botánico Everard F. Im Thurn vivió un tiempo en 1883 en la Guayana francesa, describiendo las actividades de los “peaiman”, los médicos indígenas, en sus luchas contra los espíritus malignos: “cuando se apagaron las lámparas, nos encontramos en completa oscuridad. Entonces, se me previno de no pisar el suelo (desde la silla o el camastro), porque allí se podían encontrar los “kenaimas” y si te atrapan, pueden hacerte cosas terribles…De repente, el silencio inundo la pieza, haciendo temblar muros y techo…parecían proyectarse en un zumbido…De vez en cuando aparecía un sonido, primero leve e indefinido y luego aumentando en volumen, como si algún gran objeto con alas viniese de lejos hacia la casa, atravesara el techo y se posara pesadamente y, de nuevo, tras un intervalo de tiempo, parecía como si la misma cosa alada se elevara; notaba el aire en mi cara…Se trataba de los “kenaimas” yendo y viniendo. Sus alaridos primero se oían indefinidos desde lo lejos, pero se hacían más y más fuertes hasta que alcanzaban la máxima intensidad…Incapaz de moverme por mí mismo, me sentía como suspendido en algún lugar; y mis únicos pensamientos consistían en preguntarme por el origen de aquel ruido. De vez en cuando, el ruido cesaba…y me despertaba a medias; pero cuando éste regresaba y el ruido crecía de nuevo, caía otra vez en un estado de estupor”.
Se precisaría encontrar un maestro que, pudiendo ser percibido desde diferentes perspectivas -bien en el ámbito físico, bien en el ámbito sutil-, nos ayudase a transitar por el camino que conduce a nuestro propio ser. Y dicho encuentro sólo se produce en el momento adecuado, a raíz de una súbita fuerza de atracción -de almas-, lo que favorecería paulatinamente dicho crecimiento espiritual, y trascendiendo cualquier aspecto contingente que, a priori, impidiese propiciar dicho acercamiento.
La geomancia, en tanto que aplicada a la astrología como al tarot, nos propone un completo sistema de correspondencias que, más allá del procedimiento adivinatorio, constituye una antigua y universal ciencia introducida en Europa desde oriente durante la Edad Media. Fue en 1550, cuando se publicó en Venecia una traducción del libro de Geber -conocido como Abu Musa Jabir ibn Hayyan-, a la sazón afamado alquimista musulmán (a la par que farmacéutico, filósofo, astrónomo y físico). También se practicó la geomancia hebraica por parte de las cabalistas de Centroeuropa –que, a su vez, la comunicarían a los rosacruces-, como en África (Golfo de Guinea y Madagascar) y en la India. Dicho método –de tipo matemático y geométrico- se basa en pequeños guijarros lanzados al suelo, el trazo de una serie de puntos sobre la tierra o dibujados sobre papel (no debiéndose calcular previamente el número, sino fiarse al “supuesto” azar).
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