miércoles, 16 de abril de 2014


En estas fechas, rememoro que la vida eterna se halla en íntima relación con la dimensión vertical y la Cruz. Así pues, en la Cruz y la condición vertical, podemos actualizar nuestros estados "angélicos" -por así decirlo-, que corresponderían con los estados inferiores -y superiores- del ser. El secreto se sustrae básicamente al dicho "conocerse a sí mismo"; por ello, un cristiano puede alcanzar dicha condición a partir del estado virtual primordial, latente cual punto de partida desde el que entronizar con dichos “estados”. El punto central o de convergencia entre el mundo alto y el bajo, propicia que dicho proceso de Reintegración pase a través de uno mismo. En la Cruz, donde confluyen una corriente descendente y otra ascendente, se hace preciso que se éstas se encuentren y separen en el punto simbólico (donde debe “reunirse” lo que–en apariencia- parece estar desunido). De hecho, este punto simbólico ha pasado a ser denominado el “Mediador”, cual microcosmos donde el Principio supremo ha de “recomponerse” absolutamente.

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