miércoles, 30 de abril de 2014


La antigüedad nórdica, con las heladas tierras escandinavas por las que anduviera Odín en su búsqueda del secreto de las Runas, era conformada por nueve reinos. En el centro de todos ellos se encontraba otra región, tan inhóspita e intransitable, escabrosa y tenebrosa que era inaccesible a los hombres; su nombre era Nifleheim -cual “más allá” escandinavo- y en su centro se hallaba el perenne árbol de Ygdrassil; y era éste un árbol que cobijaba un águila en su copa, rezumaba miel por su tronco y de sus raíces, una fuente fluía hacia una “Poza de Conocimiento”. Y es que, de hecho, Ygdrassil mantenía unidos los nueve reinos (lo que no es de extrañar).

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