lunes, 22 de septiembre de 2014


“La mayor de las dificultades para el conocimiento del Uno estriba en que no llegamos a Él ni por la ciencia ni por una intelección como las demás, sino por una presencia que es superior a la ciencia. El alma se aleja de la unidad y no es en absoluto una cuando aprehende algo de modo científico; porque la ciencia es un discurso y el discurso encierra multiplicidad. El alma entonces excede la unidad y cae en el número y en la multiplicidad.
Convendrá, pues, remontar la ciencia
y no abandonar nunca ese estado de unidad; dejaremos si acaso la ciencia y sus objetos y prescindiremos de toda contemplación, aun de la de lo ello, porque lo Bello es posterior al Uno y viene del Uno, lo mismo que la luz del día proviene toda ella del sol. De ahí que, como afirma Platón, no se puede decir ni describir. Pero, con todo, tratamos de manifestarlo y de escribir sobre Él en el curso de nuestra ascensión y son las palabras las que nos despiertan a su contemplación; porque en cierto modo muestran el camino a aquel que quiera contemplar el Uno. Hasta ahí la enseñanza del camino y de la ruta; otra cosa será ya la contemplación, acto privadísimo del que quiere contemplar.
Si, pues, no se dirige uno a la contemplación, si el alma no tiene noción del esplendor de ese mundo, si no experimenta ni retiene en sí misma esa pasión propia del amante que encuentra, descanso en la visión del objeto amado, si, en fin, aquel que ha recibido la luz verdadera, que ilumina toda su alma por la proximidad a que ha llegado, es detenido en su subida por un peso que le impide la contemplación y, además, si no emprende solo la subida, sino que lleva consigo algún obstáculo que le separa de sí, o por otra parte no se ha visto reducido a la unidad -porque, en verdad, no está ausente de nada y sí está ausente de todo; y está presente, pero tan sólo a los que pueden recibirlo por encontrarse preparados para ello, esto es, por su disposición para adaptarse entre en contacto con Él y tocarlo en razón de la semejanza que mantienen entre sí; pero para eso la potencia que existe en estos seres se encontrará en el estado originario, como cuando ha venido de Él, porque así y sólo así será posible que lo vean, en tanto tal contemplación resulte naturalmente posible-” (Plotino).

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