"Blanco, en hebreo labán, puede ser leído como leb-ben, 'hijo del Corazón', que en lenguaje cabalístico indica al justo que se alimenta de su propio Corazón. Los justos y piadosos en Israel -anota el Bahir- que se elevan por encima de sus méritos, se alimentan de su Corazón y el Corazón los alimenta. Lo blanco es la energía, el encendimiento metafísico que transporta la sangre, sol líquido, vino secreto. La transubstanciación" (Mario Satz).
Homero mencionó a la Siria primitiva (cual "tierra solar" donde se hablaría la lengua siríaca o adámica), situándola allende Ogigia (lo que nos permitiría asociarla con la Thulê hiperbórea), isla en la que pasó prisionero Odiseo/Ulises siete años de su vida, en manos de la ninfa Calipso. Plutarco escribiría también sobre la isla de Ogigia, indicando que allí el sol era visible veinticuatro horas, pues disfrutaba de días más largos...
viernes, 20 de noviembre de 2015
"Blanco, en hebreo labán, puede ser leído como leb-ben, 'hijo del Corazón', que en lenguaje cabalístico indica al justo que se alimenta de su propio Corazón. Los justos y piadosos en Israel -anota el Bahir- que se elevan por encima de sus méritos, se alimentan de su Corazón y el Corazón los alimenta. Lo blanco es la energía, el encendimiento metafísico que transporta la sangre, sol líquido, vino secreto. La transubstanciación" (Mario Satz).
"Existencialmente, diremos que es el hombre quien se revela a sí mismo algo como Dios. Teológicamente, es Dios quien se revela al hombre...Revelándose al hombre, el Dios personalizado de la teosofía personal revela el hombre a él mismo, y revelando el hombre a él mismo se lo revela a sí mismo y se revela él mismo a sí mismo. De una parte y otra parte, el ojo que mira es simultaneamente el ojo mirado. Toda teofanía (desde el grado mínimo de la visión mental) se cumple en la simultaneidad de esos dos aspectos" (Henry Corbin).
viernes, 13 de noviembre de 2015
“Las obras de los hombres dejan de ser correctas cuando la Inteligencia
les retira su asistencia. Si su razón lo abandona, el hombre se vuelve loco y
comete acciones desagradables, pues ha perdido su ayuda y la protección de la
inteligencia. La inteligencia es del mismo género que el ángel: el ángel tiene
un rostro, alas y plumas; la inteligencia no los tiene, sin embargo son
idénticos, ambos actúan de la misma manera y tienen la misma naturaleza. Esta semejanza
no se reconoce en su forma, pero en verdad tienen una acción idéntica. Descartando
su forma, los ángeles son inteligencia pura –nada queda de sus alas y sus
plumas- y nosotros sabemos que no eran sino inteligencia pura antes de su
encarnación….La condición del hombre es ésta: se han tomado las plumas del
ángel y se las ha atado a la cola de un asno, con la esperanza que este asno,
por la luz y la gracia del ángel, se convierta en ángel” (Rumi).
El cielo evoca inmediatamente el ámbito divino, desde la trascendencia divina que por su imagen simbólica deviene, regulando el orden de nuestra existencia, mostrándonos el ritmo cósmico que rige dicho devenir, así nos riegue la lluvia que garantiza la fecundidad de la tierra o permita, en su justa medida, la labor de nuestro astro Sol.
“Monoteísmo y politeísmo corresponden a dos aspectos de la
Divinidad: la trascendencia y la inmanencia. Con respecto a su creación, Dios
es la vez trascendente e inmanente: trascendente en su Esencia e inmanente por
su actividad, puesto que el universo tan sólo subsiste por ese poder…Una
separación radical entre Dios y el universo es la postura del monoteísmo; pero
también podemos poner el acento en la inmanencia, sin negar por ello la
trascendencia (si no, se cae en la idolatría). En la perspectiva monoteísta, el
carácter divino pertenece únicamente a Dios; en la perspectiva politeísta
también se confiesa la Unidad divina, pero se admite que las diferentes clases
de seres reciben, por el acto creador mismo, algo de la Divinidad y poseen en
sí algo en cuanto reflejos de su fuente.
Por otra parte, en Dios se distingue entre la Esencia divina
y las Cualidades, Atributos o Nombres divinos, que son ‘aspectos’ de la
Divinidad, pero no su suprema Aseidad. A partir de ahí, el politeísmo admite
que estos Atributos divinos pueden hipostasiarse, presentándose como ‘dioses’
que rodean al Dios supremo, mientras que los seres que reflejan en alto grado
dichos Atributos son igualmente llamados ‘dioses’, pero ocupan un orden
naturalmente inferior a los grandes ‘dioses’, correspondiendo con los ‘ángeles’
del monoteísmo" (Jean Hani).
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