jueves, 22 de febrero de 2018



“La filosofía es una lógica del ser que se transforma en un deslumbramiento del alma, en el amor luminoso del ángel” (Christian Jambert).

jueves, 1 de febrero de 2018


Mateo nos indica en su Evangelio: “Bautizado Jesús, salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre él. Y una voz que salía de los cielos decía: ‘Este es mi Hijo amado, en quien me complazco” (3, 16-17) y “Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (28, 19). Queda así expuesta la idea universal de una iniciación, en forma de segundo nacimiento, por la que se recibe la gracia divina -a modo de teogenesia-, a resultas de la iluminación que otorga el acto teúrgico específico del Bautismo, una vez el agua vertida sobre el bautizado ha sido previamente divinizada gracias a la invocación sacerdotal.
Si bien, la antigua disciplina cristiana comprometía al neófito al examen llamado “escrutinio”, mediante una instrucción previa de tres grados, en la actualidad se ha simplificado simbólicamente al hecho de renacer purificados como hijos de Dios, mediante dicho rito eclesiástico.
Ya en el año 215 dC. Hipólito indicaba: “Primero se debe bautizar a los pequeños. Todos los que pueden hablar por sí mismos deben hablar.; pero por los que no pueden hablar, sus padres o algún otro miembro de su familia debe hacerlo”.
Así lo hice personalmente con mi amado hijo Rafael Félix, el pasado domingo.


L a caligrafía arábiga tuvo su origen como comunicación entre los hombres y Dios; y Dios quiso comunicarse con sus fieles escogiendo a un ho...