domingo, 11 de agosto de 2019


Rememoro la lucha entre Jacob y el Ángel como aquel combate que debemos realizar entre nuestra alma caída y el Espíritu, a fin de poder así identificarnos con la pureza del alma elevada, objeto real de tan santa contienda, a la que todos debemos aspirar; de ahí que, una vez Jacob objetó soltar al Ángel hasta no ser bendecido por éste, su nombre cambiara por el de Israel (Ysra'el -Luchó Dios-).
Y es que el hombre no encontrará su felicidad en esta vida hasta depositarla plenamente en nuestro Señor. Jesús llegó a decir "Si uno no odia hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo", en relación a ésta nuestra alma caída, que debe ser purificada, poniéndola al servicio de Dios. Será entonces cuando el Espíritu será liberado -por Jacob y por nosotros-, otorgándonos a cambio su bendición. 

jueves, 1 de agosto de 2019

"Mi abuela ya me dijo 'para ser feliz, no analices'... Y es que en las selvas, aún todavía en los grandes desiertos de hielo y de arena, como es en el caso de los esquimales del Polo Norte, se tiene el encanto del aislamiento de esta globalización, que se ha hecho anulando completamente al hombre mediante la sociedad de consumo" (Miguel de la Quadra Salcedo). 

L a caligrafía arábiga tuvo su origen como comunicación entre los hombres y Dios; y Dios quiso comunicarse con sus fieles escogiendo a un ho...