martes, 9 de agosto de 2022

 


"El estado en el que principalmente me encuentro es el de ni estar liberado por completo de aquellas cosas que temía y odiaba, ni totalmente sometido a ellas. Siento un gran amor por la templanza: me gusta una cama no adornada ambiciosamente, y vestido casero y común. Me gusta una comida que ni hayan tenido que prepararla todos los de la casa ni servida por muchos. Me agrada encerrar mi vida entre las paredes de mi casa; pero en cuanto una lectura levanta mi ánimo, espoleándome sus nobles ejemplos, me gusta lanzarme al foro, dar mi elocuencia, mi trabajo e intentar enfrentarme contra la soberbia de algún engreído. Sigo a Zenón, a Cleantes y a Crispo, ninguno de los cuales se metió en política. Escribo para ocupar el tiempo y para mi provecho, con estilo sencillo y sin afectación. Muchos podrían haber llegado a la sabiduría, de no haberse figurado ya haber llegado a ella. No me fatiga la tempestad, sino la náusea. ¿Cómo resistirse a uno mismo? Con plena confianza en uno mismo, creyendo que vas por el camino derecho, sin dejarse llamar por las huellas transversales de muchos que van de un lado a otro, de los cuales algunos se extravían junto al mismo camino. A este asiento firme del ánimo, no conmovido, los griegos le llamaban eutymia o estabilidad. Estar en paz consigo mismo es la base de la tranquilidad. Son innumerables las propiedades del vicio, pero su efecto es siempre único: el de descontentarse con uno mismo. Nace esto de la destemplanza de ánimo y de la timidez. Siempre son inestables los caminos de quienes se adoctrinan u obligan a cosas honestas o difíciles, pero que con el tiempo se arrepienten de haber empezado, invadiéndoles aquella agitación de ánimo que no encuentra salida, porque no pueden ni refrenar ni servir a sus deseos, siendo la indecisión de una vida aquella que se desarrolla poco con el entorpecimiento del ánimo ante sus sueños fracasados. Por su naturaleza humana, ágil se presta la excitación ante la materia que gratamente nos distrae, de este modo, huyendo siempre de nosotros mismos. Así es como debemos saber que, cuando padecemos alguna molestia, no proviene del lugar sino de nosotros mismos"(Séneca). 


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