ALLENDE OGIGIA
Homero mencionó a la Siria primitiva (cual "tierra solar" donde se hablaría la lengua siríaca o adámica), situándola allende Ogigia (lo que nos permitiría asociarla con la Thulê hiperbórea), isla en la que pasó prisionero Odiseo/Ulises siete años de su vida, en manos de la ninfa Calipso. Plutarco escribiría también sobre la isla de Ogigia, indicando que allí el sol era visible veinticuatro horas, pues disfrutaba de días más largos...
miércoles, 24 de febrero de 2021
domingo, 21 de febrero de 2021
El abeto es un árbol perenne que, por su hoja y su
gran altura, suele estar relacionado simbólicamente con la inmortalidad y la
elevación espiritual. El abeto, presente en la Navidad en que se renueva el
ciclo donde el sol vuelve a crecer, coincidiendo con el solsticio de invierno y
haciéndolo sus ciclos descendente y ascendente, es símbolo de la regeneración
(como también indica su color verde). Por todo ello, es símbolo de la eternidad
en el instante en que el pasado y el futuro se unifican en un eterno presente.
sábado, 20 de febrero de 2021
Abel fue nómada por excelencia, prefiriendo el pastoreo a la agricultura. Sus ofrendas entronizaban con el beneplácito
divino, representándose éstas por una columna vertical del humo sacrificial.
Por eso, su figura está relacionada con la del Cristo, Cordero de Dios. Abel es
sacrificado por la falta de su hermano, como Cristo también lo fue por nuestro
pecado. El dualismo cosmogónico o existencial de la condición del universo se
nos muestra, ya sin ambages, en el primer Libro del Pentateuco: “Yo no puedo
soportar un castigo tan grande. Hoy me has echado fuera de esta tierra, y
tendré que vagar por el mundo lejos de tu presencia, sin poder descansar jamás.
Y así, cualquiera que me encuentre me matará. Pero el Señor le contestó: Pues
si alguien te mata, será castigado siete veces” (Génesis 1, 13-15). Así, Yahvé
permite que el mal se imponga al bien, como condición previa al sacrificio que
permite tomar conciencia de su falta al pecador. “La muerte nunca es una
calamidad. La calamidad es para el asesino” (Sri Nisargadatta Maharaj).
domingo, 31 de enero de 2021
Abraham es el patriarca de Israel por haber concertado una alianza con Dios,
cuyo nombre "Ab-raham" significa "el Padre es ensalzado", y donde Dios Padre así lo es por Abraham y sus hijos, los israelitas. El Nuevo
Testamento nos indica, no obstante, que la descendencia relevante es básicamente de carácter espiritual, tal como predicara San Juan el Bautista: "No penséis que debáis decir
entre vosotros: tenemos a Abraham por padre. Yo os digo: ¡Dios puede de esas
piedras suscitar hijos a Abraham! (Mateo 3,9).
Su numerología es particularmente explícita en los 75 años de
emigración, los 100 de su paternidad y los 175 que vivió.
Según el Corán, Abraham fue elegido por el arcángel San Gabriel y
perseguido por el rey Nemrod, quien intentó matarlo al contemplar una estrella
en sueños e interpretarse como el nacimiento de un niño que infundiría temor a
su reinado; por ello, ordenó degollar a todo recién nacido y Adna, madre de
Abraham, decidió entonces esconderlo en una cueva. A ella se dirigía todos los
días, encontrándolo chupándose los pulgares de los que manaba agua, zumo de
dátiles y leche cuajada, que durante quince años le envió Alah.
Abraham se encontró posteriormente con Melquisedec, rey de Justicia,
rey de Paz, rey de Salem o Metratón de la Cábala, quien asumió su particular
encuentro sintomático con el sacerdote del Dios altísimo, ofreciéndole el
diezmo de todo lo que poseía, tras haber recibido su presentación y bendición
del pan y el vino.
A colación de esta reunión, rememoramos a René Guénon y la figura
del rey de mundo, que aquí sería Melquisedec que a expensas de dar debido
reconocimiento a una religión que asumiera la pauta de la tradición primordial,
se sirve del ritual del pan y el vino, como también hiciera Jesús en la Santa
Cena. De hecho, Mateo retrotrae la genealogía de Jesús hasta Abraham (Mateo
1,1).
Existe una expresión que menciona a Abraham, seno de Abraham, como
símbolo de aquel hombre confiado de Dios.
La alianza entre Dios y Abraham queda especificada en la
circuncisión, simbolizándose la reconciliación entre Dios y su pueblo. El sexo
del hombre, a expensas de dicho pacto, queda así relacionado con la
manifestación de la Palabra perdida que, escindida en nuestro propio seno, una
vez recuperada permitiría formalizar dicha alianza.
Y es que, al igual que en otras tradiciones religiosas, el sexo y
la palabra han estado curiosamente relacionadas (en el hinduismo, por ejemplo,
el primero y antepenúltimo chakras, que son los del sexo y el verbo, se hallan
relacionados). Y es que ambos, tanto el Verbo como el sexo, son creadores de
vida.
En numerosos misterios grecolatinos, como en los cultos de Atis y
Cibeles, los sacerdotes previamente emasculados y vestidos de mujer, bebían la
sangre del toro sacrificado sobre el taurobolio. Con dicho sacrificio se
deseaba hacer algo sagrado de la muerte material, aspirando a una nueva vida
espiritual.
La circuncisión en tiempos en que la asumió como propia el pueblo
de Israel, cual emasculación simbólica de una muerte material y costumbre ya
arraigada en muchas culturas, deviene desde entonces rito simbólico necesario
para toda persona que ansíe un estado más elevado de su alma.
Dios también le exigió sacrificar a su hijo Isaac. Y aquí, el simbolismo
vuelve a incidir recurrente hacia el alto valor del sacrificio intrínseco bien orientado.
En toda la ribera mediterránea, todavía en aquella época, los primogénitos
acostumbraban a ser sacrificados con el fin de congratularse con el dios de
turno. No obstante, yendo aquí Abraham más allá de la tradición de dicha época e impelido por su enorme
fe, halla conmutada la pena hacia su vástago, con lo cual quedaría inaugurado
el sacrificio por la fe. No obstante, y según el cristianismo, se hace siempre preciso
recordar que Dios mismo sacrificó a su hijo por la humanidad.
Dijo Nicolás Flamel que vio primero en sus sueños al judío Abraham y que, tras reconocerlo, luego adquiriría de él mismo, un voluminoso libro de tapas doradas por la suma de dos florines. Compuesto de
veintiuna páginas hechas de corteza de árbol, constaba de tres partes cuyos
encabezamientos venían precedidos en sus correspondientes grabados por las
figura de un miembro viril y varias serpientes engulléndose entre ellas, una
serpiente crucificada en la cruz y un desierto de cuyo centro surgían, entre
manantiales, otras numerosas serpientes.
Este
libro hablaría de las tres fases de la obra alquímica y del agente oculto que
habría que extraer, el disolvente universal.
viernes, 29 de enero de 2021
Este icono copto de José de Arimatea, de entrada, nos dice que es Uno el Grial y no hay par, no hay dualidad cuando se asume la visión unitaria que nos religa al corazón, sede del Grial. Realmente, se nos dice que ya somos poseedores del Grial, no haciendo falta ir lejos para encontrarlo, pero sí para la búsqueda.
Deviene la andrógina figura del ángel custodio, la figura representativa más exacta, simbólicamente hablando, del andrógino; y quién desee e...


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"Cuando un hombre se siente atraído por una mujer y la desea, más que descubrir en ella las cualidades para criar la especie, bus...
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"'Aun aquel que es nombrado por Mi Nombre, pues lo he creado para Mi Gloria, Yo lo he hecho: en verdad lo he formado' (Isaía...
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En estas fechas, rememoro que la vida eterna se halla en íntima relación con la dimensión vertical y la Cruz. Así pues, en la Cruz y la ...
