Ablución es la purificación simbólica por medio del agua. Las aguas purifican, fecundan y curan. Ya en la Ilíada, lavarse las manos era un gesto ritual de purificación. Y es que debemos reparar en que, simbólicamente, las manos y la mente serían una misma cosa; y mediante la purificación simbólica de las manos, se buscaría purificar la mente. Y mediante la purificación simbólica de los pies, se buscaría purificar el alma, ya que son los pies su soporte físico (también cabría recordar que, por las manos y los pies se proyecta la energía, como en la imposición de manos o descalzarse en lugar sagrado con el fin de absorber dicha energía).
Éxodo 40,30 “Puso el pilón entre la tienda del encuentro y el altar, y vertió allí agua para lavar. Y se lavaron en ella Moisés, Aarón y sus hijos, sus manos y sus pies. Y cada vez que entraban en la tienda del encuentro, al aproximarse al altar, se lavaban tal como le había dispuesto el Eterno a Moisés”.
Hechos de los Apóstoles 21, 26 “Al día siguiente Pablo tomó a
aquellos hombres, se purificó con ellos y fue al templo para avisar la fecha en
que terminaría la purificación y se llevaría la ofrenda por cada uno de ellos”.
Corán 5, 6 “¡Creyentes! Cuando os dispongáis a hacer la azalá,
lavaos el rostro y los brazos hasta el codo, pasad las manos por la cabeza y
lavaos los pies hasta el tobillo. Si estáis en estado de impureza legal,
purificaos”.
Juan 13, 4 “Se levantó de la cena y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjuagarlos con la toalla con que estaba ceñido”. Esta agua que purifica simboliza el prana o el espíritu, como en la alquimia lo es el agua ígnea que permite “lavar” la materia con la que completar el Albedo (blancura simbólica de pureza en la gran Obra).