jueves, 7 de julio de 2022

 


En 1885, Alejandro Saint-Yves d'Alveydre recibió la visita del príncipe afgano Hardij Schripf junto a dos misteriosos personajes que le indicaron haber sido enviados por el Gobierno Universal Oculto, revelándole la existencia del Agartha, que en idioma sánscrito significa “Comunidad Suprema”, supuestamente ubicada en el Desierto del Gobi. Tras ello, escribiría su libro "Misión de la India en Europa", que mandó imprimir una vez encontró editor; más unas supuestas amenazas desde el subcontinente indio le obligaron a destruir todos los ejemplares, aunque el original fuese conservado por su hijo, y que más tarde regalaría al español de nacimiento Gérard Anaclet Vincent Encausse, famoso escritor ocultista apodado Papus.

A continuación sólo voy a compartir un resumen de dicho libro, escrito en 1886 y editado en 1910, un año después de la muerte de Saint-Yves d'Alveydre.

“Al Soberano Pontífice de la tiara de la Siete Coronas, al Brahman actual del Ciclo del Cordero y del Carnero.

Agartha significa inalcanzable a la violencia. Su hierograma da la clave del triunfo de la Sinarquía trinitaria del Cordero y del Carnero con respecto al gobierno de la fuerza bruta. ¿Dónde está Agartha? A esta pregunta conviene no contestar. Esta tierra santa nunca ha sido profanada. Antes de la expedición de Ram, la Metrópolis manávica tenía por centro Ayodhya, la Ciudad solar. Decidiendo el verdadero límite de Europa con Asia, nuestro gran antepasado céltico, situó el Sagrado Colegio, sobre cuyo primer traslado no me conviene aclarar más. Catorce siglos después de Irshou, poco tiempo después de Çakya Mouni, se decidió otro cambio de lugar. En algunas regiones del Himalaya, hay veintidós templos que representan los veintidós Arcanos de Hermes y las veintidós letras de ciertos alfabetos sagrados, formando Agartha el Zero místico. El territorio sagrado del Agartha es independiente, organizado sinárquicamente y compuesto por veinte millones de almas que conservan su pureza, huella del genio celta de Ram, injertado en la divina sabiduría de las instituciones de Manou.

En Agartha no existen prisiones.

Los rajahs independientes son iniciados de alto grado. Estos reyes presiden la Corte suprema de Justicia.

En torno al territorio sagrado se extiende una confederación sinárquica de pueblos de cuarenta millones de almas; los conquistadores europeos, que por la fuerza se quisieran adueñar del Agartha, se enfrentarían a esta población en primera instancia.

Las castas son desconocidas en el Agartha.

La organización del Agartha empieza por abajo, yendo desde la circunferencia hasta el centro. Los suburbios del Agartha, divididos simétricamente, son construcciones subterráneas. Encima de ellos, y hacia el centro, tenemos a cinco mil pundíts, pandavan, sabios, de los cuales algunos sirven como policia interna o en las cien puertas del Reino. El número de cinco mil corresponde al de las raíces herméticas de la lengua védica. Cada raíz, a su vez, es el hierograma mágico, ligado a una Potencia celeste, con la sanción de una Potencia infernal. El Agartha entero es una imagen fiel del Verbo eterno. El círculo más elevado se compone de doce miembros que corresponden con la Zona zodiacal.

En la celebración de sus Misterios mágicos, llevan los jeroglíficos de los signos del Zodiaco. Cada uno de estos maestros, lleva siete nombres, hierograma de los siete Poderes celestes, terrestres e infernales.

Las bibliotecas que encierran todas las ciencias antiguas desde hace quinientos cincuenta y seis siglos se encuentran en las entrañas de la tierra.

Las que se refieren al Ciclo de Ram, ocupan parte del subsuelo del antiguo Imperio del Carnero y sus colonias. Las bibliotecas de los Ciclos anteriores, se hallan bajo los mares que han recubierto el antiguo Continente austral y la antigua América antediluviana.

Algunos de los iniciados de alto grado están obligados a pasar tres años grabando en tablillas de piedra, con caracteres desconocidos. El dia en que Europa sustitua la anarquía de sus gobiernos por la Sinarquía trinitaria, estas maravillas les serán accesibles.

Tan sólo el Soberano Pontífice del Agartha, reúne el completo conocimiento en su suprema iniciación.

Swedemborg vio, a través del suelo, los libros perdidos de las guerras de Jehovah y las generaciones de Adam.

La actual anarquía gubernamental, esclava de la fuerza, instrumento de la ignorancia, la iniquidad y la ruina de todas nuestras patrias nada tiene que ver con un futuro que deberá regirse por ser fiel reflejo de todos los rayos sagrados de la Divinidad del Cristo Glorioso.

Escribo este libro, introduciendo al lector en el centro de la antigua Paradesa. Después de los círculos de los trescientos sesenta y cinco Bagwandas, están los veintidós, o mejor veintiún, Archis negros y blancos. Los Bagwandas pueden residir, o no, en el Agartha; los Archis siempre permanecen allí. Sus funciones reciben los nombres cabalísticos de Chrinarshis, Swadharshis, Dwijarshi, Yogarshi, Maharshi, Rajarshi, Dhamarshi y Praharshi.

En referencia a las ciencias y las artes, forman con los doce Bagwandas zodiacales, el punto culminante de la Maestría de la Gran Alianza en Dios con todas las potencias cósmicas. Sobre ellos, sólo está el Brahatmah y sus dos asesores, el MaQatma o representante del Alma universal, y el Mahanga que es símbolo de la organización material del Cosmos.

En la cripta subterránea, donde se encuentra el cuerpo del último Pontífice durante toda la vida de su sucesor, su incineración sagrada se encuentra formando el cero de los Arcanos representados en los veintiún colegios. Su nombre, Marshi, significa el Principe de la Muerte, expresando así que no pertenece al mundo de los vivos. Todos estos diferentes círculos de grados corresponden a partes circunferenciales de la Ciudad Santa, siendo invisibles para aquellos que se hallan en la superficie de la tierra.

Pocos logran pasar los grados de la formidable Escala de Jacob, que conduce a la Cúpula Central. Todo el Agartha recibe la luz desde arriba gracias a unos registros catóptricos que sólo permiten el paso de la luz a través de la gama enarmónica de los colores. Un solo cromatismo de luz y sonido que distancia de las nociones usuales de perspectiva y acústica.

En las horas solemnes de la oración, acontece en la superficie de la Tierra y en los cielos, un extraño fenómeno acústico. Los viajeros y las caravanas que vagan a lo lejos, se detienen; y hombres y animales escuchan con ansiedad la inmensa armonía sin causa visible que suavemente asciende a la atmósfera y sube para desaparecer en los Cielos.

El Agartha es una verdadera pirámide de luz, cuyo punto más culminante es el triángulo sagrado formado por el Brahatmah y sus dos asesores, el Mahatma y el Mahanga. La Autoridad reside en el Espíritu divino, confirmación de la Ley trinitaria.

La instrucción que recibe el adepto admitido es la misma que la impartida en los tiempos de Ram y de Menés. Ya sea Moisés u Orfeo, Solon o Pitágoras, Fo-hi o Zoroastro, Khrisná o Daniel, todos han tenido que comenzar por el último escalón hasta llegar al primero. Toda ciencia reside en el Verbo sagrado. Todo lleva su propio nombre escrito visiblemente en su forma, símbolo de la naturaleza. Lo que aquí digo debe ser entendido en su letra como en su espíritu. Existe una lengua universal que es el Verbo del que habla San Juan “En el Principio era la Palabra (la Potencia de la Manifestación creadora). Oh! Qué lejos estamos de tan sabia lengua. En las lenguas antiguas, los objetos eran descritos conforme a su naturaleza.

El pueblo de los Dwijas, en sus células subterráneas, se dedica al estudio de todas las lenguas sagrads, y corona los trabajos con descubrimientos de la Lengua universal, que es el Vattan.

A los Dwijas, visiones santas iluminan sus sueños, en pos de la Ciencia y de la Virtud. Una mesa y una silla es todo el mobiliario, calculado para que ninguna distracción exterior venga a distraer la concentración interior del alma. La constitución interior del Espíritu divino empieza su verificación a través de las cuatro jerarquías expuesto en la Misión de los judíos. Superados con éxito los exámenes, el Dwija es transformado en un Yogui.

Los magos del Agartha no pueden abordar sus Misterios científicos, sin elevarse de la tierra, tal y como lo presenció Apolonio de Tiana.

Cada año, bajo la dirección del Maharsi, los laureados de las altas secciones, bajan a visitar una de las metrópolis de Plutón. Primero deben introducirse a través del suelo por una cavidad que apenas permite el paso del cuerpo. El Yogui debe retener su respiración y, con las manos en la cabeza, se deja caer, uno tras otro, en una interminable galería cuesta abajo; a medida que va descendiendo, el aire se hace más irrespirable, hasta llegar sofocados a observar los infiernos, a lo largo de inmensas bóvedas. Sólo continúan aquellos a quienes la práctica de las ciencias secretas han permitido respirar lo mínimo posible. La metrópolis ciclópea se abre, iluminada desde abajo por un océano fluídico rojo, lejano reflejo del Fuego central. Llegan entonces al Príncipe iniciático, levantando la mano con el índice y pulgar unidos, hablando la Lengua universal mediante signos. Esta metrópolis fue la que visitó N.S. Jesucristo antes de subir al Sol, para que la Redención lo purificase todo. Lo que se me ha permitido conocer directamente de los Misterios celestes, me impide dudar de los Misterios infernales. El Agartha no es el único Templo que se haya comunicado con las entrañas de la Tierra. Los sacerdotes y sacerdotisas de toda la Céltica hacían lo mismo en la Europa druídica. Según la tradición esotérica, en todas las religiones no hay ningún elemento que no esté en acto bajo el influjo de las Esencias espirituales. Por ello, junto a San Atanasio, católico sinárquico de la Iglesia universal, digo, juntando las manos: ¡Credo in unum Deum, Patrem omnipotentem, Creatorem Coeli et Terrae, Visibilium omium et invisibilium!

La doctrina esotérica de los Vedas afirma la existencia de ocho órdenes de Espíritus: Bvoumir, Apo, Analo, Vayous, Hham, Mano, Bouddir y Ahankara.

La misma doctrina les añade cuatro Potencias cosmogónicas: Agnael, Yamael, Varael y Ouvael. Moisés las designó bajo otros nombres.

La Ciencia de los Agarthianos enseña al alma a conocerse a sí misma, y a fortalecerse en toda la extensión de su substancia y de su divino Reino, mediante la Ciencia que lleva a la Sabiduría, mediante la Voluntad que proporciona la Virtud y la Oración e íntima Unión con Dios y todas sus sucesivas potencias de los Cielos y sus Misterios angélicos.

El inefable Agente, el Elemento sagrado que sirve al Eterno y sus divinas Facultades, se llama Éter o Akasa en sánscrito. El éter provoca una santa y espiritual embriaguez, que hace que lo invisible se haga visible.

Nuestras Iglesias judeo-cristianas, imbuidos de la más total renuncia de sí mismas, como fue desde Santa Teresa a Juana de Arco. Debe haber una disolución total del individuo para recibir la visita del Elemento sagrado. El ascetismo puede conducir a esta Verdad.

Sin embargo, en el Agartha no se practica el ascetismo, perteneciendo a la libertad individual, cuando el Yogui desea retirarse del mundo. Los esenios, los solitarios de la Thébalde o de los desiertos del Himalaya, los reuno en mi fe de cristiano sinárquico.

Desde el primero hasta el último de los iniciados, todos se abstienen de comer carne o licor fermentado. Estas condiciones, unidas a las que ordenan la Santidad, hacen que el cuerpo permita al alma alcanzar su libertad celeste. La alta iniciación se abre no sólo durante la vigilia o el éxtasis, sino también durante el sueño. En este misterio del sueño, el alma se llega a colmar con ese éter. Los nombres de estos fluidos, conocidos en las antiguas iniciaciones órficas, se citan a lo largo de toda la cosmogonía egipcia de Moisés.

El régimen alimenticio basado en carnes y bebidas alcoholicas, acerca el hombre a las especies inferiores, sumergíendo aún más el alma durante el sueño en dichos fluidos. Dependiendo del grado de autonomia ideo-psíquica y de espiritualización alcanzada en cada cuál, así serán los sueños más o menos luminosos. La inteligencia es una apertura celeste por la que el Espíritu universal penetra. Cuanto mayor es esta asimilación más se espiritualiza el alma, eliminando el instinto que le ata a la existencia física. A través de la apertura que nuestra inteligencia conceda, se va labrando la llama celeste sobre nuestras facultades intelectuales.

Tras la muerte, el alma es elevada hasta Dios a través de la Jerarquía de los ángeles. De hecho, cada noche, al abandonarse el Ángel de la Muerte, ningún iniciado está seguro de su despertar físico.

La Antigua Sabiduría puede ayudarnos a verificar todo lo que realizaron Moisés, Orfeo, los Profetas e incluso el divino Mesías.

El elemento del yo individual y de la vida instintiva, por las llamas de la concupiscencia genital, escupe hacia abajo las almas impuras. Es la idolatria de la Gran Prostituta de Babilonia.

El Agartha siempre ha expulsado de su seno toda impureza moral o magia negra.

Los faquires son, en su mayoría, antiguos alumnos del Agartha, que se han detenido en la entrada de las altas gradaciones consagrándose a una vida religiosa.

Mientras un faquir está en extasis, se cubren sus extremidades con el éter, cuál auténtica antorcha viviente con dos tipos de fuego, etéreo de arriba y mágnético en la base. Es necesaria una fe, una voluntad y una abnegación tremenda para semejante combustión vital.

El Agartha, por la corrupción de las costumbres en las provincias del sur, se empeña en restituir el estudio de los textos sagrados: Vedas, Zem Avesta, Tanaj de Moisés, el Nuevo Testamento y el Corán.

La inmortalidad del alma es una certeza absoluta. Desde tiempos pretéritos, todo iniciado que fallece es interrogado por los sabios sacerdotes en el plazo señalado. El alma que ha emprendido el vuelo es llamada a rendir cuenta de todas las impresiones que ha experimentado en vida. Luego, bendice a los que se quedan y emprende el vuelo.

El secreto del antiguo culto a los antepasados se halla en el Libro de los Muertos del Antiguo Egipto. El Cristianismo ha concedido a la divina Madre de Cristo, todas las prerrogativas de la Isis.

Cuando el iniciado alcanza un determinado grado, que liga su alma a la Unión divina, es conducido a un panteón donde se le muestra una estatua, de la que él ha sido el molde, y entonces puede ver extenderse hasta el infinito una multitud de estatuas. Su guía le murmurará los nombres de cada una de ellas.

El fundador del Budismo sólo pudo dictar a sus discípulos, apresuradamente, lo que fue capaz de retener su memoria. Y los Brahmas del Agartha, siguen siendo auténticos Hierofantes. Las puertas del Santuario central, donde reside el Braharmah, es infranqueable; construidas de un modo mágico,en los que el Verbo divino juega su papel. Él es prototipo de los Abramidas de Caldea, de los Melquisedeq de Salem y de los Hierofantes de Tebas y Memphis, de Sais y de Amón. Excepto los más altos iniciados, nadie a visto jamás cara a cara al Soberano Pontífice del Agartha. Sin embargo, en Jaggrenat por ejemplo, se muestra montado en un elefante blanco, irradiando destellos que desprende ante los ojos de todos. Pero resulta imposible distinguir sus rasgos, pues una franja de la luz que refleja vela su rostro con el resplandor. Su tiara es de siete coronas (análoga a las sefirots del Árbol de la Vida cabalístico).

Cuando el Pontífice accede a la tumba del anterior Brahatmah, se encuentra a un anciano, descendiente de la bellísima Raza etíope, que después de la Roja, y antes de la Blanca, sostuvo antaño el cetro del Gobierno general de la Tierra. En esta cripta nadie más penetra que el Pontífice, completamente afeitado de la cabeza a la cintura, gran musculatura; en el extremo superior de su brazo, tres delgadas cintas simbólicas. Por encima del rosario y del chal blanco hasta sus rodillas, se yergue una notable cabeza. La frente es enorme y el craneo desgarnecido en parte. Une sus manos e inicia sus oraciones mágicas,invocando con su alma lo alto de los Cielos a través de siete láminas, partiendo del cadaver embalsamado, reuniéndose ante el Pontífice de los Magos en dos tubos verticales. Uno es de oro que corresponde a Cristo, el Arcangel Mikael y el Sol; y el otro es de plata y corresponde a Mahoma y el Arcangel Gabriel y la Luna.

Antes, el Soberano Pontífice ha colocado sus varas mágicas a cierta distancia, una granada de oro, emblema del Judeo-Cristianismo y una luna creciente de plata, símbolo del Islam.

Cuando el Brahatmah reza por la Unión, coloca la Granada sobre la Luna creciente, e invoca a Mikael y a Gabriel. A medida que prosigue la invocación, siente y escucha al alma que invoca y que es atraída y, por el cuerpo que ha abandonado, se establece un diálogo teúrgico entre el Soberano Pontífice evocador y los Ángeles que traen hasta él las respuestas desde los Cielos. Entonces, los signos sagrados se dibujan en el aire, formando las Letras absolutas del Verbo. Mientras estos misterios se desarrollan, en el cuerpo embalsamado de la tumba, va subiendo lentamente hacia el Brahatmah una lava perfumada que el alma del anterior Pontífice lanza a través de sus Potencias celestes, sobre la cripta sagrada donde reposa su cuerpo.

La teocracia es la decadencia de las clericaturas locales bajo la presión de poderes políticos, tras el Cisma de Irshou.

En cambio, así es el Agartha, como lo fue en las Pirámides de Egipto, en Creta, en la Tracia, hasta el Templo druídico de Isis que llegó a ser en París, donde ahora se eleva Notre-Dame".


L a caligrafía arábiga tuvo su origen como comunicación entre los hombres y Dios; y Dios quiso comunicarse con sus fieles escogiendo a un ho...