martes, 19 de noviembre de 2013


El término hindú Advaita Vedanta, sánscrito de la "no-dualidad", me recuerda -o comparo- a aquel poema taoísta, que reza "cuando se muestra la quietud, se comprende que la forma es el vacío", el cuál alude al famoso Sutra del Corazón, "la forma es vacío y el vacío es forma"... o, lo que es lo mismo, cuando ante la aseveración del monje budista que pretendía limpiar simbólicamente el polvo del espejo, el Sexto Patriarca sentenció: "que no hay espejo en el que pueda juntarse polvo", queriéndonos indicar que el espejo y el polvo son objeto exclusivo de discernimiento mental de aquel que aspira buenamente a purificar su alma, cuando la verdad es que todo es mente y no existe dualidad alguna...De ahí que todo taoísta busque, ante todo, la armonía y el equilibrio con todo lo que le rodea, apreciando su belleza más allá de los cánones preestablecidos por la sociedad en que podamos vivir, viendo el contexto en su conjunto como un perenne signo de constante cambio, más allá de nuestra contingencia material. La desazón por los imprevistos o los problemas que puedan surgir cotidianamente, deberían ser contemplados con la debida perspectiva que puede conferirnos la reflexión sosegada sobre el continuo devenir de nuestras vidas; o, dicho de otra manera, gracias a la meditación.

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