domingo, 6 de octubre de 2019


Platón dijo que está en la naturaleza del Bien el querer comunicarse. En el Islám, la caligrafía viene a ser la expresión visual del discurso divino, reflejado claramente en sus Iconos abstractos; se trata de una caligrafía bella, pues la Verdad requiere la belleza. Así pues, el discernimiento metafísico implica dos exigencias: el conocimiento de sí mismo y la consciencia de una Realidad absoluta. "Cuando el hombre se interioriza, Dios se exterioriza", dijo Frithjof Schuon; la belleza percibida en el exterior, debe ser realizada en el interior, cual mensajera de un arquetipo celestial o proyección exterior de una cualidad universal que es inmanente en nosotros mismos.
La fotografía corresponde a la Mezquita de Santa Sofía "Ayasofya", donde podemos admirar estos dos enormes medallones que, con inscripciones de la caligrafía islámica, fueron suspendidos de la cúpula de la mezquita en pleno siglo XIX; y donde pueden leerse los nombres de Allah y Muhammad (así como seis medallones más, encuadrando a los dos nietos del Profeta y a los cuatro primeros califas de la otrora Constantinopla). Y es que la Unidad, a pesar de ser aquello en lo que está centrado el Islam, no puede ser representada con ninguna imagen. La ausencia de imágenes en las mezquitas tiene como finalidad no "amenazar" a la única e invisible presencia de Dios, a causa de la imperfección de todo símbolo... 

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