sábado, 29 de noviembre de 2014



“Según uno de los temas más corrientes de las novelas de caballería, el caballero andante cabalga armado en busca de aventuras. Penetra en un bosque en el que se enfrenta a leones, dragones, gigantes o a culpables caballeros. Si resulta herido, encuentra cobijo en el refugio de un ermitaño. El ermitaño vivía alejado de las grandes poblaciones, en una cabaña que él mismo se había construido, dedicándose a interpretar las voces del bosque de manera adivinatoria. Es el sucesor del Ovate céltico, un meditabundo solitario cuya autoridad espiritual amansa a las fieras e infunde respeto a los hombres.…Así, en el bosque en el que se introduce, el caballero errante es atacado por leones y dragones. El león, animal solar, simboliza aquí la pasión interior: para los alquimistas representa el símbolo del ‘fuego secreto’. En cuanto al dragón, ¿acaso no es símbolo doble del Guardián del Umbral, es decir, del primer obstáculo que debe vencer aquel cuyo espíritu quiere evadirse del mundo familiar?” (V.E.Michelet, el secreto de la caballería).

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