miércoles, 3 de diciembre de 2014


Creémos ser meros espectadores, siendo nosotros los contemplados. Juzgamos y somos juzgados. Nuestro cuerpo no hace otra cosa que tirar del "carro" de los sentidos, relegando al alma su papel de asistente impávida ante la imposibilidad de hacer frente a nuestras faltas. El Hinduismo, por ejemplo, busca disociar purusa de prakrti (el tratado más antiguo es el Sâmkhya Kârîkâ). Obliguémonos entonces; el Vedânta considera ilusorio el mundo, mientras el Yoga no; pero con una puntualización: que es real en tanto lo considera nuestra ignorancia. Por eso, a partir de los Upanishad, el Hinduismo rechazó el mundo como tal, revelándosenos dolorosa, efímera e ilusoria la vida; pero recordando que si se rechaza a este mundo, no es por simple nihilismo, sino porque sabemos que existe algo más allá de esta falsa existencia. ¡Neti neti!

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