miércoles, 5 de septiembre de 2018


"He, He y Yod son las causas de toda causa, es porque el Príncipe las ha bajado hasta la fuente. Que el hombre las tema y tiemblen sus rodillas cuando se encuentre en su presencia. Que se inviertan las fuerzas, que el corazón generoso no se duerma y goce del mundo por venir. He hace subir un vapor parecido al que exhala el fuego del horno. ­¡Amén! ¡­Y que bendito sea su gran Nombre! Exaltad al Señor conmigo, juntos celebraremos su nombre. Pues es el nombre del Eterno que proclamo; rendid homenaje a nuestro Dios. Siete son los ojos del Nombre que dirigen la luz de su Toráh. ¡­Tú, que tienes la perfecta inteligencia, levántate y búscalos, y planta Su temor en tu corazón! Tú, que eres inteligente, abre el ojo de tu corazón para ver la Toráh verdadera, cuyo nombre es “fuente de verdad”. Inscríbelas en la sangre y que sean prueba y signo. Sem, hermano de Jafet, revela Su misterio. Alabaré al Eterno con todo mi corazón, dentro del círculo de los justos, en la asamblea. La doctrina del Eterno es perfecta, reconforta el alma. El testimonio del Eterno es verídico, Él da la sabiduría al simple. Los preceptos del Eterno son rectos, alegran el corazón. El mandamiento del Eterno es claro, ilumina los ojos" (Abraham Abulafia).

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