jueves, 23 de enero de 2020


"A la edad de treinta y un años, en Barcelona, Dios me despertó de mi sueño y estudié el Sefer Yetzirah con sus comentarios. La mano de Dios fue sobre mí y escribí libros de sabiduría y también algunos libros proféticos. Mi alma despertó en mi interior y un espíritu de Dios tocó mi boca. Un espíritu de santidad palpitó a través mío y vi muchas cosas terribles y maravillosas mediante signos y milagros. Pero, al mismo tiempo, alrededor de mí se reunieron espíritus celosos y fui confrontado con la fantasía y el error. Mi mente estaba totalmente confundida, ya que no pude hallar a nadie como yo que me enseñara el camino correcto. Era como un ciego, andando a tientas a pleno mediodía. Durante quince años el Satán estuvo a mi derecha para equivocar mi camino. Todo este tiempo estuve como loco por las visiones que tenía. Pero fui capaz de guardar la Torah y librarme de la segunda maldición durante quince años, hasta que Dios me concedió sabiduría y consejo. Así, Dios estuvo conmigo desde el año uno (5001) hasta el 45, protegiéndome de todo mal" (Abraham Abulafia). 

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