jueves, 23 de enero de 2020


"Las religiones pueden deber su primer impulso a un individuo de gran fuerza espiritual, pero son germen de profundas meditaciones a lo largo de generaciones posteriores a su semilla, creciendo según su propia ley interior, lo mismo que crece un árbol. Buda era consciente de la insuficiencia de las palabras, siendo su doctrina tan difícil de realizar y comprender. Cuando se decidió a desvelar la verdad, evitó cuidadosamente plantear las cuestiones referidas a la Suprema Realización, que sobrepasaban la capacidad del entendimiento humano, limitándose a enseñar la vía práctica que conducía a la solución de los problemas de sus auditores; mientras, confiaba al restringido círculo de sus discípulos más avanzados, los aspectos más profundos de su doctrina, así como las experiencias más elevadas" (Lama Anagarika Govinda).

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