lunes, 10 de febrero de 2020


Cuentan que Juan el Bautista mientras vivió, jamás se rió; en cambio, Jesús jamás lloró. Y ello porque al primero le dominaba el estado de la contracción espiritual y, al segundo, el de la expansión espiritual. Un día que se vieron, Juan preguntó a Jesús: ¿Acaso te sientes inmune frente a la Cólera divina? Y Jesús le replicó: ¿Acaso has perdido la esperanza en la Misericordia divina?, pues ni tus lágrimas ni mi sonrisa son capaces de cambiar nuestros destinos ni la eterna voluntad de Dios. 

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