miércoles, 13 de agosto de 2014

 
No puede negarse el progreso material del mundo actual; aunque no se trata más que de un progreso relativo puesto que, en realidad, éste –como contraprestación- ha apartado al hombre de su verdadero centro originario (aquel señalado en el Génesis: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó”); y, al faltarle el preciso conocimiento intelectual –de carácter superior-, no puede hacer otra cosa que vagar entre las sombras de un futuro que expectante ansía, en pos de tan fantasioso “progreso”.

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