martes, 2 de junio de 2020


En el vientre de la ballena, por Federico González.
Me digo que cualquier acción está contaminada. Me paraliza la idea de escribir líneas fútiles en vano. ¿Qué soy? ¿Qué he sido? Esa nada asumida ¿qué significa? ¿Cómo no conocer que uno es sólo un símbolo?
Este sol es más parecido a una piedra que a cualquier otra cosa.
De la radiante soledad del Centro se ha extraído este nuestro mundo, creando así el espacio y el tiempo de los hombres. Esta asombrosa precisión es la ingeniosa rutina de la divinidad. No es nada más que una sucesión de trucos, donde los hombres se reproducen y devoran.
La llave perdida en la gruta de la montaña sirve para un punto en el que se marca la entrada.
A mis casi cincuenta años debo pensar en la vejez. Estoy bastante reventado, necesitando descansar a veces. No podré satisfacer jamás mis deseos. Por fin he comprendido que es imposible poseer.
El fuego arquetípico no quema, pues es una Idea; dependemos de los astros como emisarios del destino.
Existe un pájaro sublime. Hay que buscar su huevo, que has de cortar con una espada llameante.
Aquello que pretendemos ser ha sido aprendido de alguna manera, no es nuestro en absoluto; simplemente, no somos. A esta nada total conviene disimularla ordinariamente, no sea que se note que somos actores, creyéndose roles.
Los hombres son algo potencial, pegoteados en su propio medio. Autocompasión compartida es su propia existencia.
Quien se aburra muchísimo de reincidir en historietas, quizás pueda comprenderé que él es una cosa diferente.
Cómo se abre y expande el naranjo a través de su perfume, así inversamente nosotros. Los hombres estamos respirando mecánicamente, consumiendo existencia, sintiendo en forma condicionada, pensando de manera literal. ¡Deteneos! 
El caballero es un símbolo: un hombre que maneja una bestia. Son fuertísimos los caballos. El caballero y su vehículo son un solo animal jerarquizado. El que ha domesticado sus pasiones ignorantes, está bien dispuesto a aceptar lo que le espera.
Tu nombre es silencio. Tu nombre es no. Inventor de todo lo imaginable y de la imaginación misma.
Las manifestaciones naturales son deidades caídas que comparten nuestra suerte.
La ingenua idea que tengo es la de abandonarlo todo y dedicarme a la búsqueda de la verdad. Las posesiones más esclavizadoras son las mentales, conformando nuestra personalidad, hasta que se descubre que ese dios es el demonio.
Hay tres mundos en este mundo y el conocimiento de los planos ocultos que los conforman, deviene el trabajo del hermético. Son tres los colores graduales de la transmutación. El rojo se asocia a la fe para encarnar el Conocimiento; el verde a la regeneración y el blanco simboliza la plenitud. Del color negro, diremos que se asocia con el No-Ser.
¡Sálvame Señor del condicionamiento que me ha impuesto la burguesía ilustrada!
Nos han convidado a un festín y nos contentamos con las migajas. Pasamos el tiempo entretenidos haciendo morisquetas.
Lo que está implícito en lo horizontal es inmanente en la interioridad de la conciencia; y eso es lo que nos interesa, no el vagabundeo de la encarnación.
Los habitantes del nuevo mundo. Toman conciencia de que deben rescatar una princesa dormida y un tesoro escondido; que es imprescindible matar al dragón, a la serpiente; esos celosos guardianes tienen poderes oscuros que no resisten el ímpetu de los espíritus solares. Se ha desatado la guerra santa en nosotros mismos.
La carta número once del Tarot es la Fuerza, en que una mujer domestica un león. Esa bestia amansada por la princesa es el mismo asno que lleva Jesús hacia Jerusalem. Se trata del gobierno de los elementos materiales, de las pasiones. Deviene el ingreso en los pequeños misterios, simbolizados en la escuadra de los masones. El compás – el círculo-, los grandes misterios.
Más allá del tiempo, la causa obviamente no tiene lugar. Emisarios de otros mundos aprovechan las situaciones de coyuntura o de los mundos astrales para que los espíritus puedan colarse.
Unos abominables espíritus amorfos han venido a perturbarme con sus protoplasmáticas excrecencias, residuos psíquicos que encarnan en un mundo contaminado. Esa basura no tiene poder sobre el mundo que las teme.
El alimento material de los demonios son las ocupaciones de los hombres.
El capitán de las milicias celestes, como la naturaleza, jamás se fatiga. Es el equilibrio y la justicia, no existe nada fuera de él. No tiene par y no cabe otra voluntad que la suya. Optar por ser su subordinado, no es sino hacer lo mejor, dejando atrás lo inexistente.
La fe se vive como lo único que se posee. No tener fe es perder a oportunidad de ser. Nuestra fe nada tiene que ver con la fantasía.
Si os ha llamado el Amo a trabajar, es que la empresa es de la mayor envergadura, digna de los proyectos divinos, donde nuestros egos pequeños no tienen cabida.
Hemos sido condenados a tontera perpetua. Este lugar infrahumano es el infierno, gobernado por el príncipe de este mundo. Arrastrando estamos la maldición de nuestro infantilismo hasta la mansión de Satán, de donde debemos evadirnos inmediatamente.
La idea de que existe una verdad, se va dilucidando a medida que uno se hace mayor y no puede seguir haciéndose el distraído. Entender que todo es un enigma interesantísimo que apenas se comienza a develar, justifica cualquier existencia. El viaje es largo y por etapas. Hay una promesa liberadora y un pacto que compromete por igual a ambas partes.
Todo lo que está en la tierra, puebla los cielos.
La actual patronal nos ha llevado al empequeñecimiento ‘espiritual’ o ambición televisiva. Antaño era nuestro gremio quien gobernaba. Imprescindibles  al hombre, tomando debida cuenta de que esta especie nada sabe. Hoy desplazados, los hombres han supuesto que lo conocen todo. De ahí la simplificación, la vulgarización, la aplicación profana de la Rueda y los horribles deseos perennemente insatisfechos que casi han acabado con los sabios.
Lo invisible es lo más atractivo y verdaderamente conveniente; resulta más raro cuando sabemos que lo hemos tenido desde siempre.
La presencia de seres invisibles detectados sensiblemente son nuestro primer contacto con otra realidad. Otras formas son la imaginación subversiva y la experiencia alucinógena. Zona peligrosísima es la de las primeras intuiciones, azotada por ciertos vientos de locura y el canto de las sirenas, deidades de las aguas inferiores, que amenazan nuestro viaje interno. Es el pálido mundo lunar, área de profundas confusiones. Las primeras destrucciones necesarias para instaurar el hombre nuevo marcan el inicio de la salida del laberinto.
‘No he venido a traer la paz sino la espada’. El Yo ha entablado una lucha contra un millón de egos.
Yetsirah hay que atravesarlo muy cuidadosamente. Sabiendo que nuestra meta es Kether, donde sólo llegarán aquellos que ‘perseveren hasta el fin’.
El héroe y el traidor son una sola persona; somos nosotros. Si se describe la sociedad en que vivimos, no es para criticarla, sino para dejarla definitivamente por hastío.
Una horizontalidad degradada, de idealismo material, culto del ego conforma una personalidad imaginaria.
El séptimo día se descansa; se trata de un día diferente, central en la semana, comienzo y final del ciclo. Un espacio aparte de la sucesión ordinaria y aburrida.
Según el catolicismo, siete son los grados. El bautismo limpia e inicia el paso de las aguas. La confirmación lo reafirma. La purga de la confesión, el tiempo regenera, borrando la culpa y la memoria. Luego con el matrimonio se comprometen los actuantes en la unión a una sola realización suprema, para ser finalmente ‘liberados’ por la extremaunción, cual despertar del último chakra.
Así como se alternan los meses durante el año, lo malo de hoy puede ser mañana bueno y lo que nos sirvió hasta un punto, deviene el enemigo en otro nivel.
Más allá no es fuera, sino dentro. Lo invisible es tal porque jamás podrá verse con los ojos de los sentidos. Confundimos la personalidad con el Yo y creemos que el premio prometido es esta ruindad, esta nada que somos y vemos alrededor. Lo incognoscible no nos es conocido; lo ignoramos todo.
Nuestras concepciones son tan densas como nosotros mismos, que extraemos nuestra personalidad del medio. Un viaje iniciático también es el del pulido de la piedra. En el atanor, lo espeso va quedando abajo y lo etéreo sube.
Si el enemigo es uno mismo, hay que conocerse perfectamente bien para dejar de estar enredándose continuamente.
Zutano, mengano, fulano, perengano o butano contaban historias. Así, todas las historias y la vida nada tienen que ver con todo esto. Padres que luchan y se sacrifican por sus hijos, que a su vez lucharán y se sacrificarán por los suyos, inventando un constante futuro ideal que jamás podrá realizarse, más allá de un mental juego ilusorio que irónicamente llamaremos realidad. Somos una sucesión de esclavos programados, cuya memoria perecerá a poco en el tiempo.
La Rueda es un plano de la realidad que se repite incesantemente. Y la espiral, mostrándonos su salida vertical, alrededor del eje de la esfera, deviene de capital importancia simbólica igualmente. El círculo es el plano del hombre.
Una Tradición unánime asegurada por todas las Sagradas Escrituras es la que debemos pretender asumir. El Cristo interno no ha venido a pedir, sino a reinar.
Lamentablemente se confunde a la humildad con la tontera. El humilde sabe que no tiene nada; el segundo se resigna desde el odio.
Jamás se nos exigirá que demos más de lo que podamos dar.

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