domingo, 31 de enero de 2021

 



Dijo Nicolás Flamel que vio primero en sus sueños al judío Abraham y que, tras reconocerlo, luego adquiriría de él mismo, un voluminoso libro de tapas doradas por la suma de dos florines. Compuesto de veintiuna páginas hechas de corteza de árbol, constaba de tres partes cuyos encabezamientos venían precedidos en sus correspondientes grabados por las figura de un miembro viril y varias serpientes engulléndose entre ellas, una serpiente crucificada en la cruz y un desierto de cuyo centro surgían, entre manantiales, otras numerosas serpientes.

Este libro hablaría de las tres fases de la obra alquímica y del agente oculto que habría que extraer, el disolvente universal.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

L a caligrafía arábiga tuvo su origen como comunicación entre los hombres y Dios; y Dios quiso comunicarse con sus fieles escogiendo a un ho...