viernes, 14 de agosto de 2015


"En un sueño, separándose del cuerpo y sintiéndose transportado muy lejos, percibió un magnífico palacio o templo y, en su cima, una luz potente que salía de un gran ventanal. Al cabo de unos instantes, tuvo una comprensión de orden intelectual, y se sintió envuelto en una luz aún más viva. En otro sueño, a la edad de cuarenta y tres años, se vio abandonado el cuerpo y penetrando en un parque: 'el brillo de la luz era sorprendente'. En una visión, en un estado próximo al sueño, le pareció que atravesaba un túnel, y que salía al otro lado, donde le esperaba un paisaje soleado y lleno de luz. En el sueño que tuvo a los cuarenta y tres años, tuvo de pronto conciencia de resplandor luminoso de calidad espiritual. En otra ocasión, le pareció que podía distinguir la luz de otro mundo de la luz del mundo físico" (Mircea Eliade en 'Mefistófeles y el andrógino').

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