domingo, 17 de enero de 2016


Desde la antiguedad, la humanidad ha dispuesto un orden terrenal, cual reflejo del celeste o divino, buscando reunir ambos sin contradicción y disponiéndose así la santificación de un lugar habitable en aras de una "imago mundi"; lo cual deberíamos trasladarlo a nuestra inmediatez, intrínsecamente más allá del lugar dedicado exclusivamente al culto. 

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