martes, 25 de julio de 2017


“Debe reprimirse y ‘superarse’ afectos y emociones que pertenecen al alma corporal (como lo recomiendan determinadas enseñanzas cristianas), debiéndose afrontar estos y buscar su sentido más profundo. Éste es el sentido de la cruz: experimentar totalmente el conflicto entre las pasiones y su sentido espiritual. Cuando uno encara sin reserva el conflicto, entonces se produce una transformación que conduce a la unificación de los contrarios y el surgimiento del ‘cuerpo’ glorificado, que sobrevive a la muerte, al cual los alquimistas denominaban ‘piedra’” (Marie-Louise von Franz).

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