lunes, 21 de octubre de 2013

 
Aunque nada pruebe que las pinturas rupestres de la Prehistoria impliquen necesariamente que hayan sido realizadas con fines religiosos, mi intuición así me lo dicta. Y es más, probablemente el hombre no se haya mostrado nunca más “permeable” al ámbito espiritual como lo era por entonces; pues, a buen seguro, la trascendencia que aquel mundo le otorgaba dictándole unas reglas asumidas como propias, por así decirlo en el ámbito metafísico, eran más cercanas a su cotidianidad de lo que han podido serlo con posterioridad; de hecho, ¿no ha ido ese mismo hombre alejándose paulatinamente de su condición divina, a pesar de las diversas advertencias proféticas, desde una perspectiva propia o inmanente? Como ejemplo, que ha perdurado en el tiempo, recordaría las tradiciones de chamanismo y animismo que han existido en todo el mundo desde épocas prehistóricas (“evolucionando” en los diferentes credos que han auspiciado nuestra búsqueda, fe o creencia en ese ámbito misterioso que imprime en nuestro subconsciente, individual y colectivo, la intuición de que nuestros sentidos no se bastan para captar toda la Realidad que nos rodea). 

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