viernes, 13 de noviembre de 2015


El cielo evoca inmediatamente el ámbito divino, desde la trascendencia divina que por su imagen simbólica deviene, regulando el orden de nuestra existencia, mostrándonos el ritmo cósmico que rige dicho devenir, así nos riegue la lluvia que garantiza la fecundidad de la tierra o permita, en su justa medida, la labor de nuestro astro Sol.

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