jueves, 3 de diciembre de 2015


Arché (arjé, arkhé, fuente, principio, origen, ἀρχή) es un concepto filósofico griego de la Antigüedad que diferentes filósofos relacionaron con los cuatro elementos (presocráticos) o, más concretamente, con la quintaesencia oculta que se identificaba con el caos inicial, suprema divinidad.
En la escuela de Apolonia, por ejemplo, se desarrollaron postulados que abogaban por recuperar las virtudes del "Justo medio", basados en crear nuevas instituciones que regularan la cotidianidad de la Polis.
En base a dicho concepto, nació la Syn-Arkhé (en armonía, orden o equilibrio) y, por ende, su reflejo político, la Sinarquía.
Sinarquía es el orden establecido mediante el que se constituye un principio de gobierno en aras de la fraternidad y equidad social; deriva de Arkhé, siendo los arkhontes o "príncipes" aquellos que tenían el deber o misión de establecer el Orden y la Armonía en la Polis.
Desde Solón (594 aC) hasta la muerte de Pericles (429 aC) y la Guerra del Peloponeso, estos príncipes contribuyeron al verdadero movimiento democrático. En el 598 se funda la mentada Academia de Apolonia (escuela mistérica del dios solar homónimo), que intentó -y consiguió durante cinco siglos alcanzar a prohombres como Alejandro Magno y César Augusto-, influir en el inmediato gobierno de Clinesteo -abuelo de Pericles-, colegiado de sabios y místicos, cual poder económico, cultural y religioso a través de los arcontes; pero debía ser el Pueblo (Demos) quien impusiera las condiciones "democráticas" de dicho orden, con una participación no universal, pero en el que participaba un amplio sector de la población, no participativo del poder económico de ésta.
Y es que "demos-kratos" reclama el gobierno del pueblo, floreciendo en Atenas especialmente durante el "siglo de oro" de Pericles (quien fuera discípulo de Anaxágoras, Protágoras y Zenón) y en contra de la creencia popular de haber representado a la tiranía, habiendo no sólo convertido la Acrópolis de Atenas en el máximo exponente de democracia hasta la actualidad, sino luchando contra la oligarquía ateniense que acabó imponiéndose a su muerte.

Por ello, el Hombre debería ser el continuador de la labor del Arché del Cosmos, teniendo como referentes contemporáneos a personajes de la talla de Pericles, Alejandro Magno o César Augusto. 

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