Arché (arjé, arkhé, fuente, principio, origen, ἀρχή) es un
concepto filósofico griego de la Antigüedad que diferentes filósofos
relacionaron con los cuatro elementos (presocráticos) o, más concretamente, con
la quintaesencia oculta que se identificaba con el caos inicial, suprema
divinidad.
En
la escuela de Apolonia, por ejemplo, se desarrollaron postulados que abogaban
por recuperar las virtudes del "Justo medio", basados en crear nuevas
instituciones que regularan la cotidianidad de la Polis.
En
base a dicho concepto, nació la Syn-Arkhé (en armonía, orden o equilibrio) y,
por ende, su reflejo político, la Sinarquía.
Sinarquía
es el orden establecido mediante el que se constituye un principio de gobierno
en aras de la fraternidad y equidad social; deriva de Arkhé, siendo los
arkhontes o "príncipes" aquellos que tenían el deber o misión de
establecer el Orden y la Armonía en la Polis.
Desde
Solón (594 aC) hasta la muerte de Pericles (429 aC) y la Guerra del Peloponeso,
estos príncipes contribuyeron al verdadero movimiento democrático. En el 598 se
funda la mentada Academia de Apolonia (escuela mistérica del dios solar
homónimo), que intentó -y consiguió durante cinco siglos alcanzar a prohombres como
Alejandro Magno y César Augusto-, influir en el inmediato gobierno de Clinesteo
-abuelo de Pericles-, colegiado de sabios y místicos, cual poder económico,
cultural y religioso a través de los arcontes; pero debía ser el Pueblo (Demos)
quien impusiera las condiciones "democráticas" de dicho orden, con
una participación no universal, pero en el que participaba un amplio sector de
la población, no participativo del poder económico de ésta.
Y
es que "demos-kratos" reclama el gobierno del pueblo, floreciendo en
Atenas especialmente durante el "siglo de oro" de Pericles (quien
fuera discípulo de Anaxágoras, Protágoras y Zenón) y en contra de la creencia
popular de haber representado a la tiranía, habiendo no sólo convertido la
Acrópolis de Atenas en el máximo exponente de democracia hasta la actualidad,
sino luchando contra la oligarquía ateniense que acabó imponiéndose a su muerte.
Por
ello, el Hombre debería ser el continuador de la labor del Arché del Cosmos,
teniendo como referentes contemporáneos a personajes de la talla de Pericles,
Alejandro Magno o César Augusto.
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