miércoles, 22 de agosto de 2018


"Se disfrazó Saúl poniéndose otras vestiduras y, acompañado por dos hombres, vinieron a aquella mujer de noche y él dijo: Te ruego que me adivines, por el espíritu de adivinación, y hagas venir a quien yo te diga. La mujer le respondió: Bien sabes lo que Saúl ha hecho, cómo ha extirpado de la tierra a los evocadores y a los adivinos. ¿Por qué, pues, me pones esta trampa para hacerme morir? Entonces Saúl le juró por el Señor: ¡Vive el Señor!, que ningún mal te sobrevendrá por esto. La mujer dijo: ¿A quién te haré venir? Hazme venir a Samuel, respondió él. Al ver la mujer a Samuel, lanzó un grito y dijo a Saúl: ¿Por qué me has engañado?, pues tú eres Saúl. No temas. ¿Qué has visto? le respondió el rey. He visto dioses que suben de la tierra,dijo la mujer a Saúl. ¿Cuál es su forma?le preguntó él. Un hombre anciano viene, cubierto de un manto?respondió ella. Comprendió Saúl que era Samuel, y cayendo rostro en tierra, hizo una gran reverencia." (1 Samuel 28, 8-14).

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