lunes, 13 de agosto de 2018



La campiña de ofrendas o bendiciones situada junto al río Aar, cercada por una muralla de hierro, franqueada por varias puertas y que recibe el nombre de Aaru, los Textos de las Pirámides la situaban en la región del norte (donde se hallarían las estrellas circumpolares), hogar de las almas elegidas. Literalmente, indica el Papiro 729 c-e “Pon tu morada en la Campiña de las Ofrendas, entre las estrellas imperecederas”, cual campo eternamente fértil –o de juncos-, donde Osiris residiría; también denominado “Campo de Ofrendas” (Sejet Hetep en egipcio antiguo), también habría sido morada de Ra Hor-Ajti, Set u otros dioses. 
A través de Aaru, sólo podían transitar aquellos espíritus cuyos actos en su vida terrenal pesaran lo mismo que el Maat (la pluma representativa de la justicia cósmica), debiendo entonces asumir numerosas pruebas a través de los conocimientos -y palabras mágicas, registradas en el Libro de los muertos- adquiridos en vida, así como la ayuda de los parientes aún vivos; por ello, se aseguraba al difunto la conservación de su cadáver para que volviera a utilizarlo su “Ka” como morada, así como se le suministraba alimentos y bebida, rezos y sacrificios para su sustento y salvación, respectivamente. E, igualmente, se le inscribían rollos de papiro con capítulos del Libro de los muertos entre los vendajes de su momia, para preservar su recuerdo.

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