miércoles, 25 de enero de 2017


Ayer, 24 de enero de 2.017 nació mi amado hijo: Rafael. San Rafael se refiere especialmente a uno de los principales arcángeles del judaísmo y del cristianismo, de específica referencia al libro de Tobias y del hebreo רפאל: Rafa-El, que significa 'Dios sana'.
También el Islam lo considera cuál ángel (en árabe اسرافيل Israfil) responsable de anunciar el Juicio Final, y representándosele como aquel peregrino, que camina con un pescado en su mano. Según el Libro de Tobías 5 versículo 4, el arcángel fue enviado por Dios para sanar la ceguera del padre de Tobias y acompañarle a través de un un largo viaje, que concluiría conviniéndose con una jóven esposa; más ésta debía ser Sara, quien ya había visto morir a sus anteriores siete prometidos en la misma noche de bodas, a causa del deseo que le profesaba el demonio Asmodeo (cuya imágen rememoro en la pila bautismal de la Iglesia de Rennes le chateau). Al final del viaje, manifiestándose sin ambages como 'el Ángel Rafael, uno de los siete en la presencia del Señor' y mediante una serie de instrucciones a la hora de pescar un pez y extraerle sus vísceras, pudo así romper el maleficio. Yetzirah, o el mundo de Formación, es el mundo de los ángeles, que a su vez ejecutan aquello dictaminado por los arcángeles. Es el mundo en correspondencia con el elemento alquímico del Agua, el cuál nutre el mundo. Macro y microcosmos, en el plano astral, es la que nos supedita a las influencias “angelicales”. Así pues, en parte se supone que el "mundo de las aguas" es también donde se disputa la condición de nuestra alma. 
Que Dios, en su infinita sabiduría, me otorgue la necesaria fortaleza de espíritu para educar a Rafael en el amor a Dios y al prójimo, sobre todas las cosas. Amén.

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