jueves, 5 de enero de 2017


Dijo Henry Corbin que la respuesta de la medida en la que el hombre se hace “capaz de Dios”, se define en tanto que mediadora necesaria de toda experiencia religiosa. Por su parte, Mircea Eliade consideraba la “muerte iniciática” como indispensable para el inicio de la vida espiritual. Símbolos como los de la cueva, las entrañas del monstruo o el útero materno, rememoran el regreso necesario a un estado embrionario, previo al actual estado de las cosas, con el fin de que el neófito, dejando atrás la vida profana, pueda renacer a una existencia santificada, como cuando Jesús nace en una cueva, Jonás es engullido por la ballena o el Rig-Veda invoca a Saravasti junto a Sinivalí, para que el embrión se adhiera al útero. 

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