miércoles, 22 de enero de 2014

 
Los antiguos betilos, en relación con el Principio Universal que manifestaron las piedras sagradas, cual Polo, Pilar o Eje del mundo –y, por ende, morada divina-, fueron rememorados en la piedra negra o "del rayo" de posteriores monoteísmos (y no sólo simbólicamente), sirviendo de soporte de ciertos influjos espirituales. Asimilables igualmente al lingam hindú o el Ómphalos griego (recordando que Apolo se desplaza a Delfos para matar a la serpiente Pitón que custodiaba la sabiduría del oráculo), las piedras sagradas nos recuerdan el sintomático aspecto oculto de la religión, más allá de la moral intrínseca de cada una de ellas, en las diferentes culturas de todo el ámbito indoeuropeo desde la prehistoria.

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