sábado, 1 de abril de 2017


Antes de la llegada de Roma a las Islas Británicas, se establecieron dos hermanos como reyes a ambos lados del Canal de la Mancha (después llamado, Mare Germanicum); la isla era regentada por el rey Lludd, mientras la costa continental lo era por el rey Llevelys. Y cuenta la leyenda que, por entonces, la isla sufría continuos ataques de dragones (en particular, de uno rojo y otro blanco, emplazados a continuos desafíos -de los que el blanco salía siempre vencedor-). El rey Ll...udd recibió entonces el consejo de su hermano –adepto a las ciencias mágicas-, de tender una trampa de hidromiel, con el fin de así atraparlos. Y, efectivamente, así fue como consiguió adormecerlos, capturarlos y enterrarlos bajo el promontorio de Dinas Emrys –junto al monte Snowdon-. Hasta las invasiones bárbaras de Britania en el año 400, y cuando la presencia romana en Britania ya brillaba por su ausencia, no volvió a saberse de ataques de dragones en la isla. Los sajones nombraron rey a Vortigern, que quiso emplazar su castillo sobre el promontorio Dinas Emrys, encontrándose la artesa donde se hallaban los dos dragones que, cuando retiraron la tapa, reanudaron el enfrentamiento tras cinco siglos de inactividad, triunfando en esta ocasión el dragón rojo, tras lo cual se posó sobre la cumbre del monte Snowdon, desapareciendo acto seguido. Un joven mago que así lo predijo, de nombre Merlín, indicó al rey Vortigern que aquellos dragones habían velado el porvenir de la isla, habiendo sido el dragón blanco quien había protegido el linaje de sus reyes; pero, al erigirse el dragón rojo en esta ocasión, un héroe llamado Uter Pendragon ocuparía pronto su lugar (de quien nacería el mayor rey de Inglaterra).

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