miércoles, 31 de julio de 2013

"Hiram, Hiram, Hiram! llamaba aquella voz. Alzando los ojos vio Hiram una enorme figura que le tendía la mano: "sígueme, hijo mío, pues he soplado sobre ti y ahora puedes respirar tus propias llamas. ¿Quién eres tú? Soy tu antepasado Tubalcaín y te guío hacia el centro de la tierra, hacia el alma del mundo, en el dominio de Eblis. Allí podrás gustar libremente de los frutos del Árbol de la Ciencia. ¡Ven!" (Así fue conducido el maestro del Templo de Salomón a las entrañas de la Tierra, donde pudo aprender los conocimientos de sus antepasados).

No hay comentarios:

Publicar un comentario

L a caligrafía arábiga tuvo su origen como comunicación entre los hombres y Dios; y Dios quiso comunicarse con sus fieles escogiendo a un ho...