miércoles, 31 de julio de 2013

Teniendo en cuenta que la mujer y su sacralidad femenina no pasaron a un primer plano hasta el descubrimiento de la agricultura, miles de años antes, tuvieron que pasar muchos más hasta reconocerse sus experiencias místicas tan válidas como... la de los santos varones. Es más, su experiencia ha sido, por ello, incluso más interiorizada que la masculina (aunque esta perspectiva sea más literal que efectiva); y, por norma general, a causa de su “exceso” de celo o interiorización: la santidad. La experiencia mística me retrotrae inmediatamente a la memoria Hildegarda de Bingen o Santa Catalina de Siena, pero han sido muchos los testimonios potenciales en sus facultades visionarias y conocimientos proféticos. Al igual que las antiguas sibilas, estas mujeres fueron reclamadas para pedir consejo desde Santa Hildegarda hasta Santa Teresa de Jesus, pasando por Juliana de Norwich, especialmente desde el siglo XIII hasta el XVII. 

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