miércoles, 31 de julio de 2013

Según las creencias egipcias o mesopotámicas, los nombres de los lugares eran dados según los "campos celestes"; así pues, una vez conocido el "campo celeste", era identificada su geografía celeste. Y, por extensión, cada persona, noción o cosa presentaría igualmente un doble aspecto, siendo uno visible y otro no. Habría un cielo visible y otro invisible y cada virtud practicada aquí abajo poseería una contrapartida celestial. En definitiva, la Creación se halla desdoblada y, desde el punto de vista cosmogónico, el cielo invisible sería anterior al visible; una Realidad habría dado lugar a otra realidad.

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