miércoles, 31 de julio de 2013

Todo rosario invoca la conciencia de lo Absoluto, en pos de la unión del alma orante con Dios. Entre los brahmanes se repite la fórmula AUM o los nombres de Vishnu entre sus ciento ocho cuentas esféricas, mientras que en el Magreb y el rest...o de Oriente se acostumbra a tener cien cuentas en el rosario; también el cristianismo ortodoxo tiene cien cuentas, recitando “Señor Jesucristo, hijo de Dios, ten piedad de mí” o simplemente “Jesús”. Por su cuenta, el rosario de Occidente se compone de cincuenta y nueve cuentas, a partir de la combinación del pequeño tallo que inicia la cruz, hecho por el esquema 1-3-1, donde deben recitarse un Padrenuestro al inicio y final y, entre medio, tres Avemarías, simbolizándose por ello la Unidad divina, la Trinidad y el posterior regreso a la Unidad; y luego vienen cinco decenas, que remiten al Pentecostés (50 días después de Pascua), en alusión a la unión de la Virgen con el Espíritu Santo (a más de cuatro cuentas separadoras, donde se recita el Padrenuestro).
En Occidente, rosario quiere decir un “Jardín de rosas” (que debe ir deshojándose); y el número, como vemos, reviste una importancia capital (y es que “…todo Lo tenías predispuesto con peso, número y medida” -Sabiduría 11, 20- ).
Como he dicho, la práctica del rosario constituye una vía de realización espiritual; y, para ello, nos debemos a dichas oraciones: el Padrenuestro, que hace hincapié en “…que estas en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu Reino…”, mientras que en el Avemaría, lo hace con el “llena eres de Gracia, el Señor es contigo, benditas eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús”; así pues, en ambas oraciones, el orante explicita la necesidad de una bendición que fructifique en su seno. Y la recitación, mantra o invocación del Nombre divino y su oración consecuente, tendrían como efecto la iluminación interior y la “penetración” espiritual en la conciencia del suplicante.
Siendo el Avemaría, la principal oración del rosario, debe remarcarse el nombre de María en el sentido de “Señora” y, donde “Virgen” sería simbólica condición del alma humana, pureza con la cual poder comulgar con Dios. En relación a un apunte FB del pasado 11-7 sobre la capacidad de nuestra alma, en clara analogía de la capacidad receptora de la Luz del Sol por parte de la Luna- y desde la perspectiva del Vedanta, Prakriti sería esa Substancia universal –Materia prima o Madre universal- que, bajo la acción de Purusha -Espíritu divino sobre las aguas primordiales-, permitiría al alma “tornarse” virgen para que Dios puede así reflejarse en ella (“…y las tinieblas estaban sobre la haz del abismo y el Espíritu de Dios se movía sobra la haz de las aguas” Génesis 1,2). El alma individual ha de identificarse con el Alma universal, participando entonces de las cualidades de su Substancia. (Recomiendo la lectura de “el fruto de la nada” del Maestro Eckhart).
Por último, recordar que el sentido repetitivo del rosario como antesala de nuestra humilde y sumisa condición religiosa, y lejos de “vaciar” caprichosamente la mente de todo objeto mundano, tiene como intención reducir la dispersión mental y favorecer la concentración y recogimiento necesarios, en pos de la receptividad espiritual que ha de realizar las perfecciones de nuestra alma. En ello se basa la transformación de dicha alma en su arquetipo virginal (la “extinción” –alfanâ- de la mística musulmana). Y es que, en definitiva, se trata de ascender en una escala de Jerarquías celestiales, afines a los diferentes estados del Ser, cuyo fin debe ser la semejanza divina y, por último, la Unidad.
 

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