viernes, 4 de julio de 2014


El dolor es una promesa condicionante de la salvación prometida (tal como nos indica el propio cristianismo), donde el dolor y la muerte devienen expiatorias de las diversas culpas y, a la par, motivadora trascendencia ascética. En el ámbito del rito penitencial y doloroso, tanto en la mitología religiosa como en las distintas formas iniciáticas, el sacrificio se realiza con la previa y debida aprobación conjunta, así como con la tácita aceptación de la víctima escogida (cuando no se trata de un autosacrificio, donde la víctima misma se infringe su doloroso proceso).

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