viernes, 4 de julio de 2014


Nuestra condición existencial se me antoja un entrenamiento en el contexto mayor de la vida eterna. Por ello, se precisa luchar contra nuestro ego-ismo, inmolando aquella personalidad conformada con el paso de los años, para transformar la oscuridad en luz, el sufrimiento en alegría. Encomendémonos de corazón al Consolador Espíritu Santo, que sin duda nos ayudará ("Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá" -Mateo 7,7).

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