viernes, 4 de julio de 2014


Según la antigua religión mazdea, Ahrimán es el príncipe de este mundo; y, aunque éste sea potencialmente la encarnación de las Tinieblas, no deja de ser un aspecto de la divinidad suprema. ¿No estaría Ahrimán sirviendo a la misma divinidad que le hace renunciar a ella misma? Y, como nos advierte el teólogo y filósofo Henry Corbin, ese sería el secreto del culto nocturno ofrecido a Ahrimán por ciertos magos (al decir de Plutarco), para vislumbrar la Unidad mediadora de la dualidad Luz y Tinieblas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

L a caligrafía arábiga tuvo su origen como comunicación entre los hombres y Dios; y Dios quiso comunicarse con sus fieles escogiendo a un ho...