Kundalani o el Árbol del Bien y del Mal…-y de la
Vida-, que sostenía en el Génesis a la Serpiente en su tronco. El Caduceo de Hermes, que con tan
simbólica forma, conecta dos serpientes (en Alquimia se diría que una de fija y
otra de volátil, una el Mercurio y otra el Azufre), siendo Hermes quien ayudó a
Isis a buscar a Osiris (cuyo hermano Set, cabe recordar, representaría el Logos
enterrado en la materia), simbolizando Isis el Cielo y Osiris la Tierra.
Conectando la disciplina alquímica con la mitología griega, Hermes conecta las dos serpientes, el Sol y
la Luna; de hecho, Ulises (el Oro volátil) pidió la ayuda de Hermes para
alcanzar Ítaca (o Tierra fija), donde poder “transmutar” finalmente en “Piedra
Filosofal”.
San Jorge (el Maestro interior) ha de matar al dragón, al igual que
Apolo en Delfos a Pitón.
En la Alquimia, la Piedra es llamada “serpiente venenosa” o “Hija de
Saturno”, siendo la piedra o betilo, la antesala de la escalera por la que
ascienden y descienden los ángeles del sueño de Jacob (de hecho, tanto Osiris
como Jacob ansían su condición primordial).
Y en
el Camino de Santiago, nos encontramos con el bordón, que no es otro que el
mismo Caduceo –así como el Camino es llamado también “Jacobeo”-.
El sexo
masculino y la pérdida del mismo (Osiris), deviene análogo a la pérdida de la
Palabra, del “Axis Mundi” o unión entre el Cielo y la Tierra. El miembro
masculino erecto, es entonces relacionado simbólicamente con la escalera, el
betilo o piedra enderezada, el Axis Mundi; Axis Mundi que nacería del hueso sacro, sobre el que nuestra
columna vertebral contendría, potencial y sutilmente, dicha Kundalini.
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