viernes, 4 de julio de 2014


El Zen consideraba la vivienda como un simple refugio temporal del cuerpo; y el propio cuerpo no era sino una especie de cabaña solitaria o abrigo frágil, como se representa a la sala del té. Y es que la eternidad reside sólo en el espíritu... "Miro a lo lejos, no hay flores ni hojas de colores. Sólo a la orilla del mar, una solitaria cabaña campesina entre la luz tenue de una tarde de otoño".

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