Homero mencionó a la Siria primitiva (cual "tierra solar" donde se hablaría la lengua siríaca o adámica), situándola allende Ogigia (lo que nos permitiría asociarla con la Thulê hiperbórea), isla en la que pasó prisionero Odiseo/Ulises siete años de su vida, en manos de la ninfa Calipso. Plutarco escribiría también sobre la isla de Ogigia, indicando que allí el sol era visible veinticuatro horas, pues disfrutaba de días más largos...
jueves, 27 de febrero de 2014
La “salvación” propia no puede hacerse por los demás, no siendo egoísmo tomar para uno mismo lo que otros desean ignorar. Y, por ello, la persona religiosa se abstrae del mundo, concentrándose en un “centro” consagrado a Dios; el hombre debe tener un centro, en vez de “sujetarse” a los caprichos de la periferia. Y es que no hay nada tan hermoso en este mundo que no poseamos ahora mismo, pues la felicidad no hay que buscarla en algo exterior, sino en un mundo a construir donde devenir parte intrínseca de Dios, disponiendo así nuestra alma en pos de una plena realización de su esencia.
miércoles, 26 de febrero de 2014
"Debes saber que la existencia y la no existencia se encuentran en recíproca confrontación, y que la esfera del 'Atributo de Divinidad' unifica los contrastes tales como lo eterno y lo efímero, Dios y las criaturas o la existencia y la no existencia, de manera que lo necesario aparece en Él como imposible después de haberse afirmado como necesario e, inversamente, lo contradictorio, después de haberse afirmado como tal, aparece necesario. De la misma forma, Dios aparece como el 'Atributo de Divinidad' con la forma de la creatura, tal como lo expresó el Profeta diciendo: 'He visto a mi Señor con la forma de un adolescente imberbe', mientras que la creatura aparece con la imagen de Dios, según la Palabra divina: 'Creó a Adán a Su imagen', porque Él otorga a cada cosa la realidad que posee" (Abd al-Karim AL-YILI).
En el actual mundo, más abierto que nunca a la pseudoespiritualidad, gracias a una pretensión globalizadora de todas las cosas y tras haberse dejado paulatinamente de lado a la religión otrora establecida como oficial (vista ahora cual organigrama de una Iglesia ajada y trasnochada –si no falta de fe y valor moral-), se han puesto de moda progresivamente los nuevos gurúes o personajes que supuran “new age” por todos sus poros: swamis, lamas, rishis, sri sri, spiritual trainers, etc… Desde la moda Hare Krishna o la cienciología, pasando por los nuevos chamanes, dicho panorama se ha ido nutriendo de numerosos acólitos que acaban considerablemente desengañados o gravemente disociados del mundo que les rodea. Al principio, simplemente basan sus hermosos discursos en recordar cuán equivocados y desorientados se encontraban en este mundo, cautivos de la tramposa mente o de posesivas naturalezas sutiles que retenían su obligada felicidad. El Bhagavad Gitâ, las siete leyes del karma o las cuatro nobles verdades, son válidas referencias, pero sólo aplicables en base a convenientes cursillos, simposios o convivencias, inspirando así la verdadera espiritualidad; y estos gurúes suelen guiar viajes astrales, energizar chakras y abrir numerosos terceros ojos; reequilibran múltiples reencarnaciones, despiertan kundalinis varias, determinan nuestra propia evolución cuántica, instan a la absoluta pleitesía de un desaprovechado cerebro e incluso conducen directamente al Nirvana. Por todo ello, así se nos conmina a alcanzar niveles de conciencia hasta cotas inimaginables y sólo a cambio de la total adoración del gurú (incluso con el sexo como posible ofrenda). Y es que las palabras “esoterismo” o “hermetismo” han llegado, en gran medida, a niveles de desconsideración tan firmes como en la actualidad, gracias a estos movimientos “new age”, teosofistas, ocultistas o, simplemente, neoespiritualistas. Y es que, todos ellos, están situados en las antípodas de las auténticas vías de la Tradición Primordial.
Es más, me atrevería a decir que, realmente, están auspiciadas por los tiempos que nos tocan vivir (en relación al término cíclico ‘Kali Yuga’) a corto y medio plazo. Una confusión entre lo psíquico y lo espiritual, el relativismo de todo, el mercantilismo que promueve así como derivas sincretistas o mesiánicas, han acabado conformando un “leit-motiv” de peligrosas proporciones, habida cuenta de su exponencial incremento. Por citar únicamente un par de nombres, desde Helena Blatvasky y su acólita Alice Bailey, pasando por Samael Aun Weor y los recientes Sai Baba, Osho o Chopra, han sido numerosos los gurués desde hace casi doscientos años que han auspiciado la actual situación.
Ya nos avisó de ello, René Guénon, allá por 1.945, con su obra ‘El reino de la cantidad y los signos de los tiempos’: “así el término de «contrainiciación» es el que conviene mejor para designar aquello a lo que se vinculan, en su conjunto y a grados diversos los agentes humanos por los cuales se cumple la acción antitradicional; y eso no es una simple denominación convencional empleada para hablar más cómodamente de lo que no tiene verdaderamente ningún nombre, sino más bien una expresión que corresponde tan exactamente cómo es posible a realidades muy precisas. Es bastante destacable que, en todo el conjunto de lo que constituye propiamente la civilización moderna, cualquiera que sea el punto de vista desde el que se la considere, siempre se haya podido constatar que todo aparece como cada vez más artificial, desnaturalizado y falsificado…Propagar esta confusión, sobre todo en las condiciones actuales, es, se quiera o no, arrastrar a los seres a perderse irremediablemente en el caos del «mundo intermediario», y, por eso mismo, es hacer, con frecuencia inconscientemente por lo demás, el juego de las fuerzas «satánicas» que rigen lo que hemos llamado la «contrainiciación»”.
"Bushido" deviene vivir -aún cuando no se tienen ya deseos de vivir- "muriendo" en cada instante de la vida y vivir ese instante aquí y ahora. Las personas, en nuestra ignorancia, tenemos muy difícil dejar de lado nuestro ego, debido a las continuas preocupaciones, provocando con ello innumerables acciones contrarias al propio dharma.
viernes, 21 de febrero de 2014
Muerto atravesé un bosque. Una pequeña cabaña acogió mi tránsito mortal, en medio de la cual había una mesa de madera; y, sobre ella, un gran libro. Apenas lo abrí, leí que Adán perdió su paz espiritual, al abandonar el Edén. Paz que recuperó Abraham cuando, junto a trescientos dieciocho “capaces” que su alma consiguió reunir, venció a los enemigos que le asediaban, recibiendo la posterior visita de Melquisedec. Así obtuvo la bendición del Dios Altísimo. Y así caí en la cuenta de que aquel libro no era un libro cualquiera; y que la mesa, que le servía de soporte, estaba tan hermosamente ataviada como el resto de la estancia cuando, en el momento de recordar el valor preciso de la paz, un agudo ruido inundó la cabaña a la par que se iluminó con un fuego que me quemó sin consumirme, dejando atrás aquel sombrío paraje y devolviéndome a la vida.
"Juan estaba vestido de pelo de camello y con un cinturón de cuero alrededor de la cintura, y comía langostas y miel silvestre" (San Marcos, 1, 6). Según un midrash cristiano, Juan no sólo vino a dar testimonio de la encarnación de la Luz Suprema, el alma del Mesías, sino a servir de abridor del camino y de partero. Seis meses mayor que Jesús, viviendo alejado de la sociedad en el desierto, se preparó para ser quien le ungiera. Cuando Jesús y Juan estuvieron juntos en el río Jordán, se convirtieron en una puerta de Luz Suprema en el mundo material, cual advenimiento del Mesías entrando en el mundo, cumplimiento así de la promesa hecha por Elías a Eliseo.
"Todas las cosas son hechas de la materia y de Dios...el lugar que Dios tiene en este mundo, lo tiene el alma en el hombre. El principio agente (activo) y el principio paciente (pasivo) son los dos principios del universo. El paciente es la substancia sin cualidad, la materia; el principio agente es la razón, el Logos; así pues, tenemos por un lado la materia (id ex quo) y, por otro, el Logos o Dios (id a quo)...El Logos aparece como rázón espermática (spermatikós logos). Asimismo, el 'logos' humano no es sino un fragmento de la razón cósmica" (Séneca).
Las trece máximas del Rabi Israel Salanter.
No hables antes de asegurarte de decir la verdad. Tres cosas sostienen el mundo: la verdad, la justicia y la paz (deshe= din:justicia, emet=verdad y Shalom: paz).
Todo lo que tienes que hacer, hazlo sin perder el tiempo. No malgastes tu tiempo. Procura realizar algo útil y bueno. Sé atento a tus responsabilidades y obligaciones. No seas negligente en la realización de una buena acción. Quien aproveche cada instante de su vida, será el más agraciado.
Entrénate a decidirte a seguir por un camino y una vez tomada la resolución, no vaciles, llévala a cabo sin demora. Debes estar consciente a cada momento. Si sabes por lo que estás luchando, lo harás con mayor vitalidad. Planea por la noche cómo vas a levantarte por la mañana (10 minutos más temprano, debes recitar el Shemá Israel). Repasa tu día. Observa los obstáculos que tuviste. Haz una estrategia para evitarlos en el futuro. Carga contigo libros, pensamientos, escoge frases para inspirarte. Recomiendo los 48 caminos hacia la sabiduría del rabino Noaj Weinberg.
Sé respetuoso. Cuidadoso con los sufrimientos de los demás; respeta incluso a quien se te opone. No persigas la fama, pues la gente no respeta a los vanidosos. ¿Quién es célebre? Quien respeta a los demás. Si cada persona y cada cosa existente tienen un tiempo y un espacio asignados por mandato divino, debes cierto respeto y reverencia.
Sé tranquilo; haz todo silenciosamente, sin confusión o excitación innecesaria. No permitas que las cosas banales perturben tu tranquilidad mental y paz espiritual. Debes disciplinarte a tener una vista puesta a lo lejos, en las cosas que realmente trascienden en la vida. Tu equilibrio mental no se perturbará por los problemas diarios de la vida. No te precipites.
Sé humilde. Reconoce tus debilidades y no te apoyes en los defectos o debilidades de los demás. La humildad pura es la más sublime. Debemos encontrar el camino intermedio entre dos polos opuestos. La humildad es libertad; ella te libera de exigencias y expectativas. Te darás cuenta que nada te pertenece en realidad. La humildad te libera de la envidia. Con humildad, habrás de estar dispuesto a honrar y mostrar respeto por los demás; y esto hará mejorar tus relaciones con el prójimo. Encontrarás más fácil perdonar y serás capaz de admitir tus equivocaciones.
Pon atención a daños que puedas causar en los demás (como hablar mal del prójimo, por ejemplo). Siempre, antes de hablar, debemos reflexionar. Lo fundamental para poder llevarte bien con los demás, es poder observar las cosas desde su punto de vista, aun cuando discrepes con ellos.
Sé amable. Dirígete con dulzura y sé noble con los demás aun cuando tengas derecho a enojarte. Reacciona calmadamente aun cuando alguien acabara de insultarte; y permanece tranquilo. Jamás te enojes, aunque estuvieres exhausto, angustiado, confundido o aterrorizado. Aunque todo el mundo pareciera “estrellarse” sobre tu cabeza, mantén la calma.
Mantén tu cuerpo y ropa limpios.
Sé paciente ante cualquier cosa que te pase en la vida. Aun cuando tengas razón, cuando pierdes la paciencia, sufres aún más. Defiende tu paz espiritual. Decídete a realizar todo el esfuerzo necesario para no rendirte al pánico o a la rabia.
Haz todo de forma ordenada y disciplinada. Guarda todo en su lugar para que luego no tengas que perder el tiempo buscándolo. Esfuérzate en lo que estás haciendo y no te distraigas con otros pensamientos.
Sé austero. Nos gastes ni un céntimo innecesariamente. Emplea el dinero en la caridad, adquirir libros, pagar a un maestro, etc…”Que tu casa esté ampliamente abierta y que los pobres sean miembros de tu hogar”.
Sé silencioso. Es mejor estar callado que luego lamentarse. Hay gente que le gusta incluso hablar mucho, hablar mal, con doble sentido e incluso insultar. Si deseas ser sabio, mantén la boca callada. Hablar demasiado puede conducir al mal.
Cuando mentamos el hebreo Kohélet -“congregador”-, estamos citando el Libro del Eclesiestés (también conocido como “Libro del Predicador”), que se encuentra entre el Cantar de los Cantares y los Proverbios. Salomón se llama a sí mismo ‘el congregador’ en el primer capítulo del libro, por lo que se le supone su autoría –de hecho, también se le ha atribuido el libro de los Proverbios -; indistintamente de ello, el autor debió ser una persona con gran conocimiento de la sabiduría popular tradicional judía. En primer lugar señala la opción preferible de la vida comunitaria a la individual; y, en segundo lugar, cómo efectuarse el culto religioso. Posteriormente, indica cómo conducirse en esta vida, basándose en el trabajo, la sabiduría y la virtud, todo ello encauzado cual ofrenda divina (pues, en última instancia, remite a Dios como fuente última del sentido existencial). En un mundo de “vanidad de vanidades, porque todo es vanidad”, no debemos establecer diferencias entre el bien y el mal, pues nada es bueno, seguro o eternamente satisfactorio; no obstante, indica que los frutos doctrinales de las Santas Escrituras –Tanaj-, así como el desprendimiento de los bienes terrenales, pueden aportarnos una serenidad de espíritu ante los embates cotidianos.
En verano cuando subo a la terraza por la noche, e inmediatamente buscó la figura de una luna que me invita a contemplarla sin ambages, reparo primero en su peculiar figura; y luego, más allá de su hermosa fisonomía, busco una gnosis sustentadora de su propia existencia, para acabar olvidándolo todo, al mudar invariable e ineludiblemente la perspectiva de mi mirada más allá de los cientos de miles de estrellas que conforman ese universo inmediato; y lo hago devotamente, pues no se me ocurre cómo hacerlo de otra manera…”Aquellas estrellas parece que busquen mi afecto guiñándome sus ojitos celestes”. Y, mientras, reparo en que éstas acompañan a la luna en sus devaneos con las escasas nubes que la rodean, no atreviéndose a cubrirla del todo, recortando ahora sí ahora no la bañada luz del astro sol, se me antoja en parte sublime en parte melancólica; y es que la luna siempre me ha causado esa sensación extrañamente nostálgica, como si quisiera decirme algo que, a simple vista, escapase a mi razón, “¿será que se presta cual modelo en el que enmendar, afín a su ejemplo, la olvidada disposición sobre la cual se halla nuestra verdadera naturaleza?" Y en el sinfín de sensaciones que propician reste más de una hora absorto ante semejante espectáculo, más allá incluso del límite visual, no puedo dudar un segundo de la perfecta estructura de tal organigrama cósmico. Y es que la creación de Dios se rige en movimiento celeste continuo, patente en su doble manifestación del todo, e inherente a la potencialidad de las eternas e ilimitadas resonancias de su proceso creativo. Y esta doble emanación es una negación complementaria a otra –no simplemente contraria-, así necesaria para configurar armoniosamente la ley que gobierna toda la Creación.
martes, 18 de febrero de 2014
"Tras vos, un alquimista va corriendo,
Dafne, que llaman Sol, ¿y vos tan cruda?
Vos os volvéis murciégalo sin duda,
pues vais del Sol y de la luz huyendo.
Él os quiere gozar, a lo que entiendo,
si os coge en esta selva tosca y ruda:
su aljaba suena, está su bolsa muda;
el perro, pues no ladra, está muriendo.
Buhonero de signos y planetas,
viene haciendo ademanes y figuras,
cargado de bochornos y cometas."
Esto la dije; y en cortezas duras
de laurel se ingirió contra sus tretas,
y, en escabeche, el Sol se quedó a escuras" (Quevedo).
domingo, 16 de febrero de 2014
Según la figura evocativa, recurrente y afín al taoísmo del Yin y el Yang, ésta reproduce sucintamente el concepto de la Trascendencia e inmanencia divinas, al reproducir gráficamente un círculo dividido en partes iguales y, a su vez, un diminuto círculo “interiorizado” a cada banda, donde se alternan los colores blanco y negro, simbolizándose de la siguiente manera: lo “no manifestado” asume el color negro –Brahmán en el Hinduismo-; la manifestación (dentro de lo no manifestado) sería Maya y asumiría el color blanco. Pero dentro de Maya se encontraría Atmán (no hay que perder de vista aquí los colores nunca). Por todo ello, Dios es el mundo pero el mundo no es Dios (a los ojos de Maya).
sábado, 15 de febrero de 2014
La doble espiral se establece simbólicamente como la manifestación alternante sobre una proyección única. El Macro y el Microcosmos o la vida y la muerte, por ejemplo, podrían así contemplarse, cuales representaciones cósmicas que actuaraninversamente -a modo de dos polos perpendicularmente dispuestos-, pero que acabarían uniéndose mediante la recurrente figura espiral. Y es que en la espiral, a banda de reproducirse la doble acción de la fuerza cósmica, se muestra igualmente a la fuerza unificadora de los dos ámbitos de manifestación que polariza. En el ser humano, los dos nâdîs o corrientes sutiles (idâ y pingalâ) se muestran de dicha manera.
Caín y Abel, Osiris y Set, Cástor y Pólux, Rómulo y Remo, de
hecho, pasan por conformar aspectos aparentemente opuestos de un mismo
principio, cuales fuerzas iguales pero contrarias, que anuncian la Unidad
indisoluble que subyace a toda dualidad; fuerzas relacionadas con lo masculino
o femenino, lo solar o lunar y que, en definitiva, una vez unificadas sirven
para conferir la idea trascendente de dicha Unidad. En el caso específico aquí
expuesto de los gemelos -tomados como ejemplarizantes figuras alegóricas-, en
su eterno afán de aparente conflicto, son traídos a colación de toda oposición
en el marco del Hermetismo. Considerada la misma desde el plano dualista de las
fuerzas constitutivas de la vieja imagen Macro y Microcósmica, se encuentran
reunidas homogéneamente, allí donde toda dualidad cesa; y ésta se da en la
fuente de ambas (y que, al ser gemelos, tienen el mismo origen su estirpe: el
Principio Supremo o Unidad). De hecho, la verdadera homogeneidad se realiza
donde cesa la dualidad y, por ello, los gemelos representan las fuerzas
adversas que, no llegando hasta el extremo que buscan, aunque siempre "contrariados" (por así
decirlo) por la acción del otro, mantienen cierto equilibrio (básicamente, cuando
no sólo atendemos las apariencias). Por ello, son complementarios, puesto que no podrían existir sino al objeto alegórico -no literal- de aquellas fuerzas
que, siendo iguales pero contrarias devienen desde un mismo origen, cual
reflejo dual de una sola realidad. Así pues, las arquetípicas parejas de
gemelos, de no oponerse y ser posteriormente reconciliadas bajo nuestra mirada
interior -a modo de las serpientes sobre el Caduceo de Hermes-, no tendrían
razón de ser; de lo contrario, continuaríamos viendo solo la caótica
multiplicidad y no el Principio Supremo que antecede y subyace a dicha manifestación.
jueves, 13 de febrero de 2014
"Cada cosa puede ser reducida de estas cosas inferiores a los astros, de los astros a sus inteligencias, y al punto a su arquetipo; en consecuencia, de esas cosas procede toda la Magia y toda la Filosofía secreta. Pues todos los días se realiza alguna cosa natural a través del arte y alguna cosa divina a través de la naturaleza…Y los griegos llamaron simpatía a esta atracción concretada a través de la relación mutua de las cosas entre sí, a saber de las superiores con las inferiores. … Así el alma no se mezcla con el cuerpo sino a través del espíritu, y el entendimiento con el espíritu sino a través del alma" (Heinrich Cornelius Agrippa).
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