lunes, 19 de mayo de 2014


“En el fondo de nuestro inconsciente, el héroe que somos debe aprender a conocer y dominar al dragón -como en la leyenda de San Jorge-, instándose así esta vía alquímica. Gigantes o dragones son exteriorizaciones de nuestros miedos, sombras o violencia. Los héroes y caballeros encarnan nuestra luz, valor y amor, pero reparando en que al monstruo no se le suprime; es fundido en el crisol alquímico para metamorfosear su energía bruta en sutil. Así pues, el dragón no es un enemigo; es un adversario, guardián del umbral, que tiene por misión probar el valor del iniciado, fulminándolo por su vileza o confiándole su tesoro o sabiduría a causa de su pureza” (Édouard Brasey).

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