“En qué lugar, en qué bosquecillo has morado,
Hermosa? Dímelo, amor mío.
¿Dónde tejiste tu nido encantador,
Tú, orgullo de los campos?
Allá lejos se levanta un árbol solitario;
en él vivo y por ti me lamento.
La mañana bebe mi silente lágrima
Y los vientos de la noche se llevan mi pena.
¡Oh tú, armonía estival!
Por ti he vivido y he llorado.
Cada mañana por los bosques me lamento
Y la noche ha escuchado mis sonoras quejas” (William Blake).
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