lunes, 19 de mayo de 2014


En primera instancia, un ángel puede mostrársenos con el loable fin de que podamos así contemplar nuestra verdadera fisonomía, cual forma sublimada reflejo de nuestra alma (o desdoblamiento, como aseveró el zoroastrismo, el mazdeísmo o el chiismo islámico -sobre la Daena y el Fravarti-) siendo entonces conscientes de nuestra verdadera Naturaleza. Según la obra del pseudo-Dionisio, hubo un tiempo en que el hombre podía aumentar su grado de proximidad en relación a Dios, en la medida en que éste se esforzaba por alcanzar la vida divina mediante la imitación de los ángeles; el alma, grado a grado, debía elevarse hacia Dios.

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