lunes, 26 de mayo de 2014


René Guénon tomó al actual Manvantara (en referencia a la medida de tiempo hindú, que fijó –como los antiguos caldeos- en 64.800 años), como período que “correspondería con la edad de la presente humanidad terrestre”; y dicho ciclo adánico –por así decirlo-, según él tendría su principio en la tierra hiperbórea llamada Tula (recordar la Thule grecorromana), cuyo “centro primero y supremo para el conjunto del actual Manvantara…sería la arquetípica ‘isla sacra’ de situación polar en su origen”, hallándose bajo la Tradición primordial de su fundador espiritual, el Vaivasvata Manu. Tras este “centro” hiperbóreo, devendría la Ley atlante, pudiendo durar un “Gran Año” de 12.960 años. Nuestra época, Guénon consideró heredera de ambas, tomando al hinduismo como heredero de la primera y al resto de tradiciones religiosas, de la segunda. Pero aquí debe tenerse en cuenta el simbolismo de ambas perspectivas, más allá de las directrices geográficas que hayan posteriormente adaptado las mismas. Hiperbórea, independientemente que no sea lo mismo que Atlántida, no debe entenderse literalmente como aquella condición geográfica situada en el Polo Norte y en una desaparecida isla del Atlántico, respectivamente (que quizás también, no digo lo contrario), sino básicamente como estados regresivos de nuestra condición existencial, en relación a nuestra verdadera esencia u origen no físico, más allá de nuestra posterior “regresión”.

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