miércoles, 15 de octubre de 2014


Antiguamente, los sabios griegos no deseaban nada (ni siquiera descendencia), habiendo incluso quien dejaba de lado el deseo por el mundo y llevaba una vida casi de mendicidad. Pero en este punto, la sapiencia hindú ya habría captado la dualidad igualmente todavía manifiesta, intentando ir más allá de la simple renuncia al mundo, trascendiendo los opuestos al reconciliar toda dualidad. Y, por ello, sabiendo que el juego del bien contra el mal formaba parte intrínseca de Maya, meditaron la compasión hacia todo ser sensible. En este sentido, al igual que Brahma, el sabio tenía dos caras: “saguna”, con atributos, implicándose con este mundo y su multiplicidad y “nirguna”, sin atributos, de espaldas a la mundanidad y orientando su mirada hacia el Centro indiferenciado. De hecho, está dicho que "Brahma es uno sin doble". En la misma línea, poco después advertiría Jesucristo "Cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto... y cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre".

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